Artículos

Las comidas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

De los cambios mayores que se han producido en este país están las comidas. Se empieza porque el desayuno se fectúa en la calle, y se hace a media mañana. Esto tiene su explicación lógica, antes la jornada laboral era partida, o sea mañana y tarde, por ello al entrar más tarde en el trabajo, el desayuno se hacía en casa. El pan frito, la manteca colorá de Ambrosio, Ucero, Escalante, etc., su café con leche, y a los niños el pan al que se le hacía un agujero por donde se echaba un chorreón de aceite y una cucharada de azúcar. También tenemos que tener en cuenta que casi todos vivían en la ciudad, y no tenían que venir de ningún pueblo limítrofe, nada de pastelitos envasados con una larga fecha de caducidad o cualquier paquete de esa cosa llamada gusanitos.

Los almuerzos eran contundentes, a base de lo que se llamaba cuchareo, garbanzaso, alubias, guiso de patatas y las gaditanas lentejas con babetas, un segundo plato y algunas veces hasta un tercero.

Las meriendas también eran comidas que se hacían en la mayoría de los domicilios, el pan con chocolate, el bocadillo de carne de membrillo, etc. y de esta forma llegaban a la cena. Esta comida no era como hoy que se despacha con un poco de jamón de york, una fruta y consabido yogur natural. Antes se hacía su puchero, con su carne de jarrete, pollo o gallina, tocino y una papa gorda, sus fideos o arroz y los garbanzos (hoy un puchero de esta categoría vale un dinero), así que teníamos la sopa, la pringá y con el resto se hacía una ropavieja.

Como se verá, aunque piensen lo contrario, la gente estaba bien alimentada, sin necesidad de tener que recurrir a las pizzas, pastas y a esas hamburguesas de EE UU que tan bonitas son pero que no saben a nada más que a la serie de sobrecitos de todos los colores que hay que echarles, y que tienen una cosa que es que a las dos horas de haber comido la persona ya vuelve a tener hambre.

No deja de ser una pena que teniendo en nuestro país una de las mejores cocinas de Europa, tanto nacional como regional, y que la mayoría de los que nos visitan vienen por la popularidad de la que goza nuestra gastronomía, proliferan estas casas de comidas, que una de las cosas que logran es engordar sobre todo a nuestra juventud que se atiborra de los productos que expenden estos negocios.

Como diría el maestro Pepe Monforte, donde se ponga un cazón en adobo, ese lomo en manteca, a las butifarras de Chiclana, adiós a los hermanos del Pato Donald.