África olvidada
Actualizado: GuardarSe han cumplido seis meses de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los países más ricos, el G-8, celebrada en el Reino Unido el pasado mes de julio y centrada en la ayuda urgente que necesita África para no sucumbir ante la pobreza. Pasado ese tiempo, no hay visos de que se hagan realidad los compromisos adquiridos por los entonces reunidos, en el sentido de duplicar las ayudas al continente africano hasta alcanzar los 25.000 millones de dólares en 2010. Al menos así lo ha advertido el economista Jeffrey Sachs, asesor del secretario general de la ONU, Kofi Annan, afirmando que en estos precisos instantes hay seis millones de personas al borde de la inanición en cuatro países africanos.
Tras la aprobación por Naciones Unidas de los Objetivos del Milenio contra la pobreza, las abrumadoras descripciones de los retos a batir son tan frecuentes como los lamentos de los damnificados por el incumplimiento generalizado del acuerdo. La situación del África subsahariana resulta particularmente hiriente, pues a la pobreza extrema que deben sufrir sus habitantes hay que añadir además tres años seguidos de brutal sequía que les han privado de las semillas necesarias para los cultivos elementales con los que sobrevivir. Entre ocho y diez millones de muertes anuales en ese continente son provocadas por la pobreza, algo que lleva a Sachs a una consideración tan simple como estremecedora cuando afirma que «la capacidad de la civilización para dejar morir a la gente resulta sorprendente». La Humanidad se está jugando en aquel continente mucho más que las sacudidas emocionales cada vez que su realidad se coloca ante nuestros ojos, y eso es lo que quieren transmitir personajes como Gates, Clinton o el cantante Bono; pero África continúa agonizando. A diferencia de las regiones pobres de Extremo Oriente, los africanos no han conocido la revolución verde que multiplicó la productividad agrícola en países como la India, las enfermedades causan verdaderos estragos en una población que, además, afronta un índice de aislamiento geográfico y de conflictos bélicos elevadísimo.
Las cifras sobre el combate a la pobreza son fáciles de calcular, pero no hay voluntad verdadera de cumplirlas. Simplemente si los países donantes cumplieran la promesa de donar el 0,7% del PIB al desarrollo, esto significaría que mil millones de personas tuviesen una oportunidad de salir de la pobreza en el primer cuarto de este siglo. Aunque tampoco se trata de repartir dinero sin más, sino de elaborar recetas económicas y de apertura de mercados más perspicaces y prácticas que las clásicas ayudas directas monetarias.