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La industria de la flor cortada afronta la mayor crisis de su historia

Prácticamente la mitad de los agricultores de Chipiona, principal exportadora, ha abandonado este cultivo La dura competencia, los bajos precios y el cierre de comercializadoras son algunos de los factores negativos

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En los años 70 la flor cortada despuntó como el cultivo más rentable de Chipiona. A ello se dedicaron agricultores que en sus invernaderos sembraban tomates o fresas y aquellos que lo tomaron como una segunda actividad. Entonces la flor de Chipiona se hizo un nombre mundial exportando millones y millones de tallos de clavel y mini por todo el mundo. Pero eso ya pasó a la historia. En la última década la extensión de cultivo ha reducido drásticamente, al igual que la calidad de la flor. De hecho, se estima que en los últimos cinco años, la producción de clavel y mini ha bajado casi en un cincuenta por ciento, y la tendencia sigue siendo a la baja.

Escasa rentabilidad

Si se buscan las causas, las principales son la baja rentabilidad a la que se enfrentan los agricultores. Es la ley de la oferta y la demanda, a más oferta, menor precio y viceversa.

Según la asociación Flor de Chipiona, la situación es de crisis profunda y necesita una completa una reconversión del sector. «Calculamos que un cincuenta por ciento de la producción se ha abandonado», señala su secretario, Juan Calderón. En los últimos tiempos, no sólo la producción ha bajado, sino también el número de agricultores que se dedican a este cultivo, «la estacionalidad es muy fuerte, los precios muy bajos y la tecnificación demasiado cara». Calderón explica que la flor de Chipiona creció demasiado rápido, es el oportunismo clásico, cuando se ve negocio, todos quieren participar de él, ya sea de forma profesional o no. «Creo que crecimos tan rápido que no dio tiempo a estructurarnos para mantener la cuota de mercado y ahora vemos el resultado».

El 1 de abril del año 2002 la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía firmó el Plan Estratégico de la Flor Cortada con el objetivo de conseguir un desarrollo equilibrado y sostenible de la flor cortada en la comunidad, mejorando a la vez la competitividad y aportando soluciones a los principales problemas del sector. De esta Plan surgió la Mesa de la Flor Cortada, formada por colectivos agrarios como COAG, ASAJA, UPA, FAECA, Asociaflor y Flor de Chipiona. Desde entonces se vienen manteniendo reuniones de forma periódica para evaluar la situación del sector e ir buscando salidas a los avatares.

Mientras que en el sector no se han visto aún resultados patentes, según explica el secretario de Flor de Chipiona, desde el Centro de Investigación y Formación Agraria de Chipiona, CIFA, dependiente de la Junta, sí se apuntan pasos que a un plazo más largo revolucionarán el sector.

El problema de fondo del sector que se ha detectado es la capacidad de competencia de otros países tan dispares como Kenia, Colombia o Turquía, que comercializan el mismo tipo de flor con una alta calidad y lo más importante, con unos costes de producción mucho más bajos que en la Costa Noroeste.

Beneficios nulos

Según apunta el director del CIFA, Jesús Casado, esta dura competencia, unida a los bajos precios, ha producido un «relajamiento en el manejo de la producción», es decir, que el agricultor no invierte para mejorar su producto, cuando en el mercado los beneficios van a ser nulos o mínimos. «Se produce por producir, lo que provoca que baje la calidad de la flor».

Uno de los motivos que también ha provocado esta reducción en la calidad, y por ende de precio, es el autoenraizamiento. Significa que el pirateo de los nuevos diseños de flor a través de esquejes. Los obtentores, o diseñadores de flores, crean cada cierto tiempo nuevas variedades, que son las que empieza a demandar el mercado. El agricultor, en vez de comprar el royalty, que le cuesta en torno de los 15 ó 20 céntimos de euros cada flor, y de la que puede obtener unos siete tallos, lo que hace es producirlas él mismo con esquejes. Y es que cada flor original tiene una vida útil de unos tres años, lo que supone que cada trienio se tiene que volver a invertir en una nueva variedad, con el coste adicional para el bolsillo.

La Mesa de la Flor Cortada está ultimando un convenio que pretende recuperar esta calidad y eliminar el autoenraizamiento. Se firmará con Geslive, una agrupación formada por obtentores de variedades vegetales y dedicada a la representación, gestión y defensa de los intereses profesionales y de sus derechos de propiedad industrial sobre material vegetal u otras invenciones biotecnológicas. A través de este acuerdo, se garantiza que el 1 de enero del año 2008, todas las flores sembradas tendrán su propio royalty. Aunque, ya cuando se detecta un invernadero con flores obtenidas de forma ilegal se procede al precintado, se les ofrece a los agricultores un plazo razonable para que progresivamente vayan eliminando sus propias flores con esquejes y vayan implantando las que sí tienen un derecho de propiedad. Dentro de este convenio se intentará negociar también precio de las flores de diseño, para que el agricultor acepte de mejor grado entrar en la legalidad.

Cíclica

Prácticamente la mitad de los agricultores chipioneros ha abandonado el cultivo de la flor: O ha dejado de lado el invernadero, o se ha dedicado al cultivo de otros productos, cuyos precios no sean tan oscilantes, como las hortalizas.

Tanto a los productores como a los comercializadores les queda la esperanza fe que esta crisis forme parte de un ciclo más, al igual que pasó con las hortalizas hace varias décadas. La Asociación Flor de Chipiona tiene la esperanza de que «como ya se ha tocado fondo, empecemos a subir la cuesta». Juan Calderón no es demasiado optimista con que se sea a corto plazo, pero está convencido de que la flor de Chipiona volverá a ser lo que era, pero para ello es necesaria una autocrítica, «ver qué hemos hecho mal y remediarlo». Los productores y comercializadores barajan como una posible solución que se cree un «consejo regulador», similar al del sector vitivinícola, que regule la producción, y la calidad de la flor, y de esta forma, volver a ser competitivos.