Un investigador afirma que los restos de García Lorca fueron inhumados
Actualizado: GuardarEl periodista e investigador Fernando Guijarro asegura que los restos mortales de Fe-derico García Lorca no se en-cuentran en el barranco de Víznar (Granada) en una fosa común, ya que «la familia desenterró el cadáver del poeta fusilado por los franquistas, tras pagar una gran suma de dinero en concepto de rescate de sus restos».
Fernando Guijarro señaló que «aunque se han publicado numerosos libros y estudios sobre los hechos que rodearon la muerte del poeta, subsiste la incógnita de dónde está exactamente su cadáver», a lo que se une la negativa de los descendientes de García Lorca de que se desentierren los restos para analizarlos, «porque, sencillamente, el cadáver del poeta ya no está allí».
Según sus investigaciones, que se plasmarán en un libro, «la familia pagó 300.000 pesetas de la época por recuperar el cadáver que podría estar en-terrado en la Huerta de San Vicente, finca familiar, porque en el verano de 1936 los franquistas en Granada estaban realmente apurados por conseguir dinero, ya que estuvieron un mes aislados del resto de zonas sublevadas», como indica Manuel Titos en Verano del 36 en Granada.
«Algunos familiares de los que fueron fusilados con el poeta han querido recuperar sus restos, y los García Lorca se han negado, lo que ha vuelto a poner el asunto sobre el tablero: ¿qué es lo que tienen que ocultar para que se nieguen?», se pregunta Guijarro.
Tres personas fueron fusiladas y enterradas con García Lorca: el maestro de Pulianas, Dióscoro Galindo, a quien le faltaba una pierna, y los banderilleros Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí Melgar, cuyos familiares «quieren recuperar sus cuerpos y darles una sepultura digna, no dejarlos allí tirados en el monte, por lo que presentaron una solicitud legal para abrir la fosa donde estaban enterrados todos los cuerpos, pero la Junta de Andalucía respaldó la negativa de los herederos de Federico García Lorca».
Guijarro, que dice contar con buenas fuentes, como la sirvienta de una conocida familia de los nacionales, que «no quiere que se la identifique porque teme perder su pensión», se apoya también en el libro de Molina Fajardo, que recoge el testimonio de un labrador de Víznar que cuenta que una señora «fue con autorización del Gobierno para retirar unos restos de los pozos, y que en la localidad se supuso que eran los de Federico García Lorca».