El Apunte - OPINIÓN

Dos años de conexión

El segundo puente supone que, por una vez, Cádiz se adelante a su futuro y cuente con un equipamiento que dentro de dos décadas sería imprescindible

Si 20 años no es nada, decía el tango legendario, resulta evidente y matemático que dos son la décima parte de nada, menos que nada. Ese es el tiempo que ha pasado volando sobre la Bahía desde que entrara en uso el trazado de ese puente magnífico que situó a Cádiz en el mapa de las grandes obras de ingeniería de Europa. Dos años desde que se abriera al tráfico y se formaran atascos –que por entonces temimos crónicos– por tal de conocer el coloso, por pasarle por encima y ver los nuevos paisajes que regalan su altura y magnitud. Habían pasado ocho años de obras, 15 si se le añaden los imprescindibles trámites burocráticos y de proyecto. Más de 30 desde que se pensara por primera vez.

Habían pasado más de 500 millones de euros y tres parones que hicieron temer por su realización. Al final, todas las cifras, por escandalosas que parezcan, eran previsibles, están en la media razonable de lo que precisa una construcción histórica de tal magnitud. Desde entonces, los números cantan, el tráfico se ha dividido casi exactamente entre los dos puentes que unen a Cádiz con la Península. Los atascos y los problemas apenas han aparecido. Los únicos lunares son las avenidas de Huelva y Astilleros, llamadas a canalizar el tráfico que llega del nuevo viaducto. No estaban preparadas cuando se abrió. Siguen sin estarlo y forman embudos que deben aliviarse cuanto antes.

Al margen de los inconvenientes (más que previsibles desde la década anterior y solventables) es momento de destacar el gran avance, el progreso que supone un acceso que ya es útil y que dentro de 20 años habría sido imprescindible. Para entonces, habría sido tarde. Cádiz, por una vez, se adelanta al tiempo y establece otro vínculo con la tierra que no tiene, con el suelo que le falta. El segundo puente de Cádiz nunca caerá en desuso. Es más, cada vez será más usado, más protagonista.

Es una obra gigantesca impulsada por los que creen que es preciso pensar a lo grande para no quedarse en lo pequeño.

Dos años de conexión

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