Curri Valenzuela

Era la televisión, ¡estúpidos!

La política de medios de comunicación seguida en los últimos cuatro años por el Gobierno de Rajoy ha contribuido a los malos resultados registrados este domingo 20 de diciembre en las Elecciones Generales

Mariano Rajoy, en Génova EFE
Curri Valenzuela

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Era la Economía. Se suponía válida aquella frase que Bill Clinton hizo repetir por las paredes de su sede electoral -«Es la Economía, ¡estúpidos!»- para recordar a su equipo en qué tenían que centrar la campaña que culminó con su entrada en la Casa Blanca. Mariano Rajoy creyó que al PP le bastaría lo mismo. Podría lograr unos resultados suficientes a base de insistir en que solo él garantiza la recuperación económica y la creación de empleo. Pero se olvidó de los carteles. Y veinte años después de lo de Clinton, los carteles no se imprimen: se difunden por televisión.

La política de medios de comunicación en general , de televisiones en particular, seguida en los últimos cuatro años por el Gobierno de Rajoy bajo la batuta de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha contribuido a los malos resultados registrados ayer, y esta es la opinión de varios ministros de peso y de la mayoría de los altos dirigentes del partido, que anoche ya se lamentaban por ello.

Sus lamentos no eran nuevos: en esos sectores se han quejado con frecuencia, incluso ante el presidente del Gobierno, de los favores otorgados a medios como Atresmedia para la absorción de La Sexta por Antena 3 o al Grupo Prisa para su salvación económica, a cambio de lo cual Gobierno y PP han sido maltratados en sus espacios informativos, a excepción -según estas versiones- de la propia vicepresidenta.

En los últimos días, cuando en la sede del PP ya se conocía el resultado previsible por sus encuestas internas, empezaron a surgir las dudas por haber permitido desde el Gobierno el lanzamiento de la figura de Pablo Iglesias y otros personajes de Podemos desde La Sexta y, paralelamente, haber actuado para que los medios públicos hayan restringido el acceso de Albert Rivera al que se impidió, por ejemplo, acudir a la casa de Bertín Osborne en La 1. «Ahora nos quejamos de que Ciudadanos se nos queda corto. ¿No será que hemos actuado con él siguiendo nuestra tónica habitual de maltratar a quienes pueden ayudarnos?», se preguntaba anoche un dirigente del PP.

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