Edurne Uriarte

La perversa mujer del césar

A Moix le ha pasado lo de la minifalda, o lo de la mujer del César, que tampoco hizo nada deshonesto

Edurne Uriarte

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Según doctrina establecida la semana pasada para pedir el cese de Moix por la mismísima presidenta de la Asociación de Fiscales , Concha Talón , los fiscales y jueces tendrán que exigir a los acusados a partir de ahora que no sólo sean honrados sino que lo parezcan. ¿Que no hay delito pero la opinión pública cree que usted es culpable? Pues a la cárcel, o a la calle en el caso de Moix, porque, justifica Talón, «la mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino parecerlo». Como se expanda la doctrina anterior, también tendrán que absolver jueces y fiscales a algunos acusados de violación, un provocador ejemplo de un amigo abogado, si la víctima llevaba minifalda. Por eso de que una mujer con minifalda parece provocar, la imagen es lo que cuenta, que diría Concha Talón. O no, si continúan con la interpretación prevaleciente hasta ahora de que es una barbaridad alegar provocación de la mujer por el hecho de vestir minifalda, por la imagen.

A Moix le ha pasado lo de la minifalda, o lo de la mujer del César, que tampoco hizo nada deshonesto, pero le dijo su marido que hiciera el favor de parecer honrada y no sólo serlo, cuando un enamorado se le coló en casa, o eso cuentan de la famosa sentencia. La frase tiene un origen muy machista, lo que no ha impedido que la haya usado una buena parte de la progresía nacional para montarle una cacería a Moix y para conseguir que lo echara el fiscal general , «sin motivos», como ha dicho él mismo, en el colmo del disparate democrático. Ni había delito ni había irregularidad, ni siquiera Panamá es un paraíso fiscal. Por no haber, no había ni posibilidad de disolución de la sociedad que parecía una provocadora minifalda porque uno necesita del acuerdo de los socios para disolver una sociedad.

Pero unos cuantos fiscales, unos cuantos medios de comunicación y unos cuantos líderes políticos montaron una cacería para destruir la imagen de Moix. Y con enorme éxito, entre otras cosas porque el fiscal general y el ministro de Justicia se rindieron a la primera, a la teoría de que da lo mismo si usted es el culpable porque, como lo parezca, se va a la calle. Un éxito que establece otro ejemplo, uno más, de lo fácil que es destruir a un adversario político, o a un fiscal, o a cualquier responsable de las instituciones, con un adecuado uso de la teoría de la mujer del César. La cacería es sencilla. Se filtra una información con aspecto de minifalda provocadora, se mezcla con una mentira que no lo parezca como la del carácter de paraíso fiscal Panamá, luego se da a entender que es una irregularidad aunque no lo sea, se hacen varios titulares, unas cuantas exigencias de dimisión y a la calle. Por parecer una perdida, como la mujer del César, una vez que el vecindario ha hecho correr los rumores para que lo parezca y el marido ha perdido los nervios.

Es una buena lección de la manera en que la derecha podría destruir igualmente a unos cuantos adversarios, empezando por hurgar un poco en sus herencias y en sus familias. O un buen indicador de aquello que los líderes democráticos serios deben cortar e impedir, por el bien de la democracia y sus principios éticos. Y para eso hace falta liderazgo, por mucho miedo que dé la opinión pública con la campaña de la honestidad de la mujer del César, comenzando por el liderazgo del propio defenestrado, Moix, que también se dio por muerto, avergonzado de la minifalda. Y así no pueden esperar ni él ni los suyos que le defiendan los demás. Te aplican la perversa teoría de la mujer del César y a la calle.

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