Mayte Alcaraz
Peor que las formas
La agresión a Rajoy de este miércoles no es más que el colofón a la poco ejemplar convivencia política y a la falta de respeto al adversario
«Solo faltaba que viéramos entrar en un coche de la Policía al presidente del Gobierno. No sería de extrañar » (Pablo Iglesias). «Estamos en manos de una mafia. Estamos ante un Gobierno corrupto» (Pablo Iglesias). «Usted es un traidor a la patria» (Pablo Iglesias).
Valgan tres ejemplos para refrescar la memoria a Pablo Iglesias sobre los exabruptos que le dedicó al presidente del Gobierno cuando —no hace tanto— despachaba su asalto a los cielos a guantazos . Ahora que parece haberse tragado al padre Ángel, reconviniendo a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez por el tono de su debate del lunes, no estaría de más que repasara las sonoras faltas de respeto con las que él y su amigo Juan Carlos Monedero se hicieron oír en la nueva democracia televisada, exactamente cuando se empezó a j... España, con permiso de Vargas Llosa.
Conste que a mí me cae muy bien el líder de Podemos. He debatido con él en televisión y suele ser persona educada y respetuosa... con los que tiene delante . Pero la condición de caballero la perdía cuando no estaba presente el objeto de sus palabras. Y su lengua chapoteaba en cianuro cuando el destinatario de su censura era un señor del PP que decidió durante largos meses no dar la réplica. Pontevedrés, para más señas.
A los dos cofundadores de Podemos les he escuchado depositar sobre los riñones de Rajoy hasta la muerte de los desahuciados en lo peor de la crisis. Le han llamado dictador, totalitario, antidemócrata, corrupto y cuantas lindezas servían para exprimir en beneficio propio el limón de la comprensible angustia ciudadana y, de paso, llevar la curva de audiencia en algunas televisiones a cotas de «Gran Hermano».
Devotos ambos de la máxima tan española de que «mejor que sobre a que falte», Iglesias y Monedero atizaron en el paladar a Rajoy y con las energías restantes enterraron a IU, hasta que comprobaron que con un millón largo de votos en el Parlamento Europeo lo difícil estaba hecho y solo restaba dirigir las balas contra el PSOE. Es entonces cuando los líderes populistas desollaron a Pedro Sánchez, llamándole «irrelevante», «inane» y otras lindezas, para acabar humillándole en el debate a cuatro, en el que Iglesias le recordó que «no mandaba ni en su partido». Sin olvidar la gracia tan desafortunada de Monedero sobre los hábitos de Albert Rivera, que han llevado al exdirigente de Podemos a responder ante los tribunales.
Nada que ver todo lo expuesto, por descontado, con la agresión a manos de un energúmeno que sufrió este miércoles el presidente del Gobierno cuando paseaba por Pontevedra . Pero convengamos todos en que la convivencia política y el aconsejable respeto por el contrincante se han deteriorado de forma alarmante en los últimos años, emitiendo mensajes a la sociedad poco edificantes. Por eso Iglesias tiene razón: las de Sánchez no son formas. Pero las suyas tampoco.