Luis Ventoso

Notables méritos

En Alemania o el Reino Unido ya estaría disfrutando de un descanso

Luis Ventoso

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La crisis de 2008 fue un petardazo para España, que salió hecha picadillo tras la doble explosión de sus burbujas financiera e inmobilaria y el atracón de bulimia crediticia de familias y empresas (muchas todavía con pufos irremontables). Todo agravado por la chiquillería económica de Zapatero, que tenía una ministra lega y un gobernador del Banco de España que era el Andrea Bochelli de la supervisión: no vio una. El país quedó al borde de la suspensión de pagos y la intervención. El paro acogotó a cinco millones de personas. La prima de riesgo parecía que la fijaba Freddy Krueger. España era una apestada internacional, con la ayuda inestimable de divos neoyorquinos del articulismo keynesiano, que siempre tocan la misma tonada (hay que gastar más), y con los apocalípticos puyazos de las tendenciosas biblias económicas inglesas.

Salir de aquel carajal tiene un mérito enorme. Contribuyeron la laboriosidad y tremendo aguante de las familias, la templanza de Rajoy y el buen trabajo de sus bomberos económicos, entre ellos Cristóbal Montoro. Solo una vez he estado en privado con él, en pleno agobio de la crisis. Recuerdo dos cosas. Una es anecdótica: era una de esas personas que se ríen de sus propios chistes –o presuntos chistes–, comportamiento que siempre activa mi patológica desconfianza gallega. La otra cosa, la importante, es que explicó que la desidia zapaterista había provocado un grave descuido en los hábitos elementales del fisco. La máquina estaba oxidada y Montoro la engrasó (con la ayuda de un competente técnico, su excelente secretaria de Estado de Presupuestos, que ya no está ahí, ahora hay un apellido fetén).

Con lo anterior se quiere decir que Montoro posee virtudes y buen conocimiento de su ramo. Pero sin duda en Alemania o el Reino Unido a estas horas ya estaría en chancletas y sin billete de vuelta al despacho, porque el durísimo correctivo del Constitucional a su amnistía fiscal, por unanimidad de todos los magistrados, lo inhabilita para continuar en el cargo (salvo que querramos una democracia antillana, señor Rajoy). Que no se actúe políticamente después de que el TC haya dicho que el ministro de Hacienda pisoteó nuestra norma suprema, la Constitución, es especialmente grave cuando ese Tribunal es el parapeto elegido para protegernos de la sedición separatista, por lo que es crucial respetarlo y reaccionar ante sus sentencias. Además, ABC ha revelado que Montoro no deslindó sus ventajas y conocimientos partidistas de sus relaciones privadas, lo que enturbia aún más su situación.

Montoro (y Guindos) tuvieron su momento. Hicieron muchas cosas bien. Pero tal vez España agradecería ir probando otras fórmulas. En el mundo empresarial existen mentes soberbias, que podrían traer ideas para aprovechar los vientos de popa –¡petróleo a 45 y el BCE echando el resto!– con políticas más imaginativas y mínimamente liberales. Pero eso, ay, es anatema para el (correcto) clan de funcionarios que nos gobierna. Y sí, ya sabemos que lo de enfrente es de pánico. Pero eso no exime del deber de buscar la excelencia.

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