Álvaro Martínez
Demasiado maduro
Es cuestión de tiempo, pero Maduro tiene el futuro en el apellido, para desconsuelo de aquellos podemitas que cobraron sus buenos dineros
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La cosa se le complica extraordinariamente a Nicolás Maduro si hasta en un bastión electoral del chavismo es recibido con un chaparrón de huevos. Ocurrió en la localidad de San Félix, a orillas del río Orinoco, y el escrache ovo-reivindicativo obligó a sus guardaespaldas a evacuar al caudillo con urgencia tras un marcialísimo desfile que conmemoraba el bicentenario de la batalla que liberó la región de Guayana del "yugo del imperio español". La televisión oficial, que retransmitía tan patriótico acto, cortó de golpe la emisión a la primera andanada de huevos e insultos.
Venezuela, o lo que los bolivarianos están dejando de ella tras someterla a una exhaustiva aniquilación de sus riquezas y libertades, vive a un paso de la revolución social desde que el régimen intentó un golpe de Estado valiéndose de las marionetas con toga que habitan en su Tribunal Supremo y que se avinieron sin rechistar a suprimir por su cuenta la Asamblea Nacional elegida por los venezolanos y donde el chavismo está en clara minoría. La respuesta de Maduro a las manifestaciones, a todo ese malestar social que recorre el país, ha sido la típica del espadón que muda el chándal por la casaca : movilización en la calle del ejército y de las siniestras milicias civiles para reforzar a la Guardia y la Policía bolivarianas, e incremento de la represión, una estrategia que hasta el momento se ha saldado con cuatro muertos, doscientos heridos y trescientos detenidos, según las ONG dedicadas a vigilar los derechos humanos en aquel paraíso convertido por el chavismo en el séptimo (violencia), el octavo (fraude) y el noveno círculo (traición) del infierno de Dante.
No es la primera vez que Maduro tiene que salir a la carrera, bajo una montaña de guardaespaldas, acosado por una turba que no aguanta más. En septiembre pasado fue en la localidad de Villa Rosa, donde justo después del escrache al presidente el aparato chavista emprendió una purga. El director del medio digital que recogió la algarada está en la cárcel desde entonces por difundir las imágenes del presidente en apuros.
Es cuestión de tiempo, pero Maduro tiene el futuro en el apellido, para desconsuelo de aquellos podemitas que cobraron sus buenos dineros para importar el chavismo a España. Aunque las penas con pan (siete millones de euros les soltó Chávez en 2008) son menos.