La FIFA se mete un gol en propia meta
«United Passions», la película sobre el órgano rector del fútbol, se decanta por la autopromoción y huye de escándalos de corrupción como el actual
Un terremoto sacude el órgano rector del fútbol mundial desde el pasado miércoles 27 de mayo. Pese a la sombra de corrupción que siempre ha planeado sobre este deporte, nunca se había podido probar su veracidad, hasta que autoridades suizas y estadounidenses se unieron en Zúrich para propinar a la FIFA un golpe letal, deteniendo a siete directivos de la institución.
Pero ese secreto a voces que acusaba a la principal institución del fútbol ni se menciona en «United Passions», la película protagonizada por Tim Roth y Gérard Depardieu sobre la historia de la FIFA desde su creación en 1904. Lógico, por otra parte, si se tiene en cuenta que, de los 29 millones que costó el filme, 24 fueron otorgados por el órgano para su producción. Un incentivo difícil de obviar. La FIFA se miraba el ombligo y se lo enseñaba al mundo, pero no para hacer autocrítica sino para ampliar el altavoz sobre su contribución en el mundo del fútbol.
Ya en su estreno el pasado 2014 en Cannes se censuró su cometido, un mero vehículo de divulgación y promoción sobre sus propios logros. Un periplo que incidía en sus luces y seguía guardando a buen recaudo sus sombras. Todo bajo una premisa, la de su eterno presidente, Joseph Blatter que después del escándalo que ha sacudido la institución que encabeza, ha dimitido. El que estuvo a punto de empezar su quinto mandato, interpretado por Roth en la cinta, comenta en una escena del tráiler: «Todo lo que he hecho hasta este punto ha sido por el bien del futbol». Y parece que no necesita más que eso para despejar las sospechas que le han colocado, según recoge The Guardian, como el «capo de la familia FIFA». El filme también recoge una frase sobre el actual presidente particularmente esclarecedora: «Blatter es aparentemente bueno para encontrar el dinero».
Redimirse
Quizás después de un revés de tal envergadura como el de esta operación que ha sacudido a la institución rectora del fútbol, lo más conveniente sería, por fin, reconocer los errores cometidos y limpiar, de una vez por todas, la corrupción que predomina en este deporte. O, en su defecto, analizar si la falta de originalidad de los estudios convierte en algo lícito que el séptimo arte se convierta en vehículo de promoción y limpieza de cutis de instituciones oscuras como actualmente lo es la FIFA.