goya 2015

Dani Rovira: «El Goya no le quitará el sitio a la Thermomix»

El presentador de la gala asegura que no olvidará nunca la noche en la que ganó el galardón

Dani Rovira: «El Goya no le quitará el sitio a la Thermomix» efe

j. s. casillas

La llegada de Dani Rovira (Málaga, 1980) al cine español ha sido como un huracán. Él repite constantemente que «Ocho apellidos vascos» ha sido «como el cometa Halley», una maravillosa coincidencia. En la gala del sábado lo fue todo: presentador, monologuista, bailarín, espectador y premiado. Tanta tarea le hizo salir del auditorio prácticamente el último, al borde de las 3 de la noche, cuando muchos ya habían comenzado la fiesta.

Su papel protagonista en la película que más ha recaudado y más espectadores ha reunido en 2014 le hizo merecedor del Goya al mejor actor revelación. Este momento de la gala le pilló sentado, junto a su novia Clara Lago , que lo celebró con un beso que será recordado durante tiempo. «Ha sido una noche muy bonita que quizá no olvidaré nunca. Son de esas noches en tu vida que pones ahí –dijo mirando muy arriba, como a lo alto de una estantería– como fue la noche del pregón de Málaga ». Sus padres, en las butacas, lloraron a lágrima viva.

Para muchos el premio no fue ninguna sorpresa. Había quien lo veía casi como una obligación dárselo, pero Rovira no se lo esperaba: «Tengo que decir que no tenía en ningún momento la idea de llevármelo. Primero porque es un porcentaje de un 25 por ciento frente a un 75 y segundo porque creo que Jesús Castro ha sido la auténtica revelación». Él es un chaval que hasta hace uno o dos años estaba en el instituto y currando en la churrería de su padre. Lo digo con todo el cariño, pero para mí él es la auténtica revelación porque ha pasado de una profesión a otra de golpe».

Antes de entrar a la gala bromeaba precisamente con esta posibilidad. Dijo que la opción prevista en caso de no llevárselo era «mucho más divertida». La sorpresa se la queda para él. Con actuaciones como la del sábado, los Goya han dejado de ser una entrega de premios y un espacio de reivindicación para convertirse en uno de los fenómenos televisivos del año.

Parte del cambio

Después de casi cuatro horas de gala a Rovira le quedaban ganas de hacer chistes con el sitio que ocupará el Goya que ganó dentro de su apartamento. «Lo pondré en casa porque en el salpicadero del coche… Pues en un frenazo se puede ir. Lo pondré en casa, sí, pero ya he dicho que el sitio a la Thermomix no se lo quita nadie».

Bromas aparte, Rovira ya es parte del cambio en el cine español, al que ha contribuido con su sensacional trabajo en «Ocho apellidos vascos». Se siente perfectamente integrado en la industria y cree –como Antonio Banderas – que para todos los que se dedican al cine ha comenzado «la segunda parte del partido de nuestra vida».

Al igual que sus compañeros de reparto ya piensa en la segunda parte de la película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro , aunque primero se tomará unas vacaciones: «Me voy a ir a La Coruña a visitar un amigo que está hospitalizado y luego iré a casa porque ha sido un mes y medio entregado a los Goya con ensayos, guión, baile… Me tomaré un par de semanas de relax y empezaremos con “Ocho apellidos vascos”, la segunda parte, en abril».

«Se me ha abierto una puerta muy bonita –dijo el humorista–. Disfruto mucho haciendo de otros pero no quiero que se me cierren otras». Él está «muy agradecido» a la Academia por recibirle de esta forma en su mundo pero no tiene intención de abandonar los teatros y las tablas que han apuntalado el carácter de uno de los cómicos de nuestro tiempo. «No me lo creo. Pero no lo suelto por si acaso», dijo señalando su estatuilla.

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