Las gafas falsas de Jorge Javier, sus 300 «conquistas» y el resto de confesiones ante Risto

«Son gafas sin graduar. Es un empeño de Vasile porque dijo que 'El tomate' se acabó cuando yo me operé de miopía y me quité las gafas». Así comenzaba la charla de Jorge Javier Vázquez, uno de los presentadores más polémicos de la televisión, con Risto Mejide. Su confesión inicial, en la que admitía llevar este objeto más como una prenda de vestir que por su utilidad para unos ojos que ven perfectamente, era el adelanto de la larga lista de confesiones que iban a tener lugar la noche del domingo en Cuatro.

Jorge Javier no rehuyó ningún tema: habló del momento en el que -hace un año- quiso abandonar el mundo de la televisión , de cuando abrazó el Opus Dei en busca de aislamiento y consuelo y, por supuesto de su homosexualidad.

«No fui capaz de decírselo a mi padre. Ahora me arrepiento, pero tampoco me fustigo», explicaba durante la conversación con Risto. «Con los años me he enterado de que mi padre lo sabía, me lo dijo mi madre hace dos veranos. Mi madre se enteró de que yo era gay porque tenía un novio en Lanzarote e iba mucho de viaje. Se lo conté a mis hermanas y ellas inmediatamente llamaron a mi madre, aunque les había pedido que no lo hicieran. Mi familia es así».

Jorge Javier admitió también su promiscuidad: «Ahora ya no. Pero me he acostado con muchísimos hombres». No supo poner una cifra a sus conquistas, pero admitió que estaría entre los 300 y los 3.000 de la pregunta de Risto Mejide. «Aunque 300 tampoco son tantos», puntualizó. «Fue una época de descubrimiento. Yo salía muchas veces solo por Barcelona porque no conocía a nadie. Vivía mucho el sexo como una forma de compañía».

El presentador de «Sálvame» no quiso referirse a su programa como telebasura, como lo califican muchos, y lo denominó fast tv: «Es una televisión que está hecha para ser consumida en ese momento y luego te olvidas de ello», se defendió.

Tampoco rehuyó a explicar su cruce de declaraciones y malestar con Isabel Gemio: «No tengo que tolerar que una señora, porque le dé la gana, hable de mí tan despectivamente e hiriente y luego tenga que contar con mi silencio». Y añadía: «Cuando me fui a la definición de telebasura, decía algo así como que son los contenidos televisivos que no tienen la suficiente calidad (...) Lo que me duele del término telebasura es que estás llamando audiencia basura, y eso es una manera de exterminio cultural».