Curiosidades de MAdrid
El trágico final del Café de Fornos, la guarida nocturna de los «golfos» madrileños
En el Madrid de finales del s.XIX y principios del XX hubo un lugar en el que convivieron reyes, artistas y mujeres de «dudosa reputación». Un escabroso suceso propició su cierre
No hubo tertuliano en el Madrid de finales del siglo XIX que no se sentara en las mesas del Café de Fornos . La «crema» de la intelectualidad convirtió este espacio de la calle Alcalá en un lugar para la literatura, el arte y la política que se transformaba cada madrugada en la guarida de los «golfos» madrileños. El flamenco y las mujeres de «dudosa reputación» –como se definía en la época a todas aquellas que se atrevían a desafiar las convenciones sociales– se convertían en los atractivos de este lujoso y singular café de Madrid. Entre otros selectos asiduos, tuvo por clientes a Miguel de Unamuno y Pío Baroja –fueron presentados por primera vez allí– o a Amadeo I y Alfonso XII. Dicen que por allí también se dejó caer la espía Margaretha Geertruida Zelle , « Mata Hari ».
El Fornos fue fundado hace exactamente 145 años –el 21 de julio de 1870– por un servidor doméstico del marqués de Salamanca. Estaba ubicado en el chaflán de las calles Alcalá y Peligros (actual Virgen de los Peligros) . Hoy una placa recuerda su glorioso pasado. Cerró en 1908, justo el día antes de tomar la histórica foto que ilustra esta información. ABC se hacía eco del fin de uno de los hitos de la edad dorada de los cafés-tertulia de la capital . La crónica de una muerte anunciada desde que la violenta muerte de Manuel Fornos Colín, uno de los hijos del propietario, en uno de los reservados del café cambió el rumbo del histórico local.
Manuel se suicidó en el reservado número siete el 13 de julio de 1904, pegándose un tiro en la cabeza . Un escabroso suceso que desencadenaría el declive del establecimiento. El motivo no fue el impacto que generó la noticia de su muerte, sino la decisión de sus hermanos de impedir la entrada a las citadas mujeres «de dudosa reputación» y a los noctámbulos madrileños que encontraban su refugio en sus mesas.
La esencia nocturna del Fornos, su jolgorio, sus trifulcas y sus acaloradas tertulias se vieron amenazadas por las órdenes del conde de San Luis , Gobernador de Madrid, que dispuso que los cafés cerrasen a las doce de la noche. Los dueños intentaron mantener abierto el café cuatro años más privado de su principal atractivo. Sin embargo, la familia Fornos tuvo que echar el cierre definitivo el 26 de agosto de 1908.
De Fornos a Gran Café
En mayo de 1909 volvió a abrirse con el nombre de Gran Café . Su nuevo dueño, Marcelino Raba de la Torre devolvió parte del espíritu perdido con nuevas tertulias y fiestas nocturnas en los reservados del café. La nueva aventura duró menos de una década y, en 1918, desapareció para renacer como el cabaret «Fornos Palace» con un pequeño casino. Finalmente, el Banco Vitalicio decidió reconstruir por completo la esquina, borrando cualquier rastro del café. Antes de que estallara la Guerra Civil proyectó instalar su sede en este esquinazo y, en 1941, la inauguró borrando para siempre cualquier rastro del histórico café.
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