Así se rodaron los anuncios de lotería de Navidad en Villaverde y Fuencarral
Sus calles han quedado cubiertas de nieve para rodar los «spot» de Loterías y Apuestas del Estado y la ONCE
En Villaverde Alto, a la altura del bar La Muralla, no ha dejado de nevar en los últimos días, y en la madrugada de ayer heló en Fuencarral, por la zona de los cines . El calor registrado desde la pasada semana en la capital –un veranillo que ya pasa del castaño oscuro de san Miguel– no ha podido frenar el ritmo de producción de unas agencias publicitarias que ya preparan su particular Navidad, pregrabada y contrahecha en el caliente otoño madrileño. El rodaje de dos anuncios señeros –el del sorteo extraordinario de Lotería Nacional y el de la ONCE , dos clásicos de la Navidad televisiva– ha adelantado la estampa callejera de unas fiestas que, a pleno sol y con la que está cayendo, parecen aún muy lejanas fuera del engañoso entorno de la pantalla.
4.000 euros por alquilar un bar
Mañana está previsto que Madrid, con cielo despejado, llegue de nuevo a los veinticinco grados, pero la Navidad está, o ha estado, a la vuelta de la esquina de la calle Acebes número 2 de Villaverde. El matrimonio colombiano de Margarita Rendón y Fernán de Jesús retomó el miércoles el funcionamiento cotidiano de su bar La Muralla. Abrieron el negocio con su interior reformado. El aluminio que dominaba en columnas y parte de las paredes de este establecimiento setentero fue sustituido por un revestimiento de madera. Incluso tenían estanterías nuevas. Es el recuerdo que les quedará de la suerte que les ha acompañado desde el viernes pasado hasta la medianoche del martes. Eso y los 4.000 euros que Loterías y Apuestas del Estado les ha abonado por disponer de su local, cerrado durante casi cinco días, de viernes a martes.
De Bar La Muralla se rebautizó como Bar Antonio; sus clientes pensionistas de partida de mus fueron sustituidos por figurantes con gorros. «Ha sido un regalo caído del cielo. Mi marido llevaba dos años sin librar y yo más de año y medio. Solo trabajamos los dos, no podíamos cerrar nunca. Y con el dinero que nos han dado hemos salido más beneficiados que si lo hubiéramos trabajado», manifiesta Margarita sin parar de atender a sus incondicionales consumidores.
Fiebre por sus décimos
Hace veinte días se acercó hasta este negocio un chico y les pidió permiso para hacer unas fotos del interior. «Nos dijo que era para un posible rodaje; cinco días después, nos informaron de que querían grabar aquí porque lo veían hermoso, sobre todo les gustó el detalle del techo», narra Fernán con una sonrisa impertérrita en su rostro.
Ellos no pudieron ver lo que ocurría en su local, pero saben que se llenó de gente bien abrigada que festejaba que les había tocado El Gordo de la Navidad. Fernán y Margarita nunca han repartido ningún premio en esas fechas, pero intuyen que este año lo darán. Convencidos muestran con orgullo el número que creen dará suerte: el 37.254. «Ya se están vendiendo muchísimo», dice Fernán. «Y más que se van a llevar», dice en alto un jugador de mus levantando la vista de sus cartas.
El efecto rodaje
Parte de paseo de Talleres y de la calle Acebes se cortaron desde el viernes hasta el martes. Comenzaron a llegar sacos de nieve, grúas, camiones, cámaras, pantallas gigantes, centenares de personas yendo y viniendo «¡corten!»; «otra vez». Los vecinos y comerciantes estaban divididos entre lo que suponía ser epicentro de un rodaje. «¡Había mucho ruido! sobre todo con los taladros que hacían dentro del bar», exclama una vecina; «Esto ha sido una locura. Yo no podía sacar los coches. Nos hemos vuelto majaras, pero me alegro por ellos, que han sido los únicos que han sacado rendimiento», opina Antonio Martín, uno de los mecánicos del Taller Conrado, ubicado a pocos metros del bar. «Ha sido anecdótico. Lo importante es que se dé trabajo a la gente», apunta un cliente del bar.
Villaverde y Fuencarral han sido escenario para dos de las producciones más vistas y comentadas del año. Por encima de « Ocho apellidos vascos » o « Torrente », los anuncios navideños de la Lotería Nacional y la ONCE son taquillazos asegurados. Después del d esafuero operístico y estético que el año pasado organizaron Raphael y Montserrat Caballé en la localidad segoviana de Pedraza, la Sociedad Estatal de Loterías baja el tono y, entre cañas y raciones, se somete a una oportuna cura de humildad. En la calle Fuencarral la escena transcurre de noche. Hasta bien entrada la madrugada de ayer se prolongó la grabación de su anuncio navideño. Caldeado con el trajín del rodaje, el equipo de realización iba y venía con camisetas y cazadoras, pero los actores vestían de riguroso diciembre. Abrigos de lana, gorros de punto, bufandas, sombreros y guantes fueron las prendas más vistas en la pasarela instalada a la altura de la calle Sandoval. Ropa de invierno y bolsas en mano, regalos bien empaquetados para una Navidad de película . El suelo, mojado para simular la escarcha, también se abrigaba con una tira de moqueta roja, ya tradicional en las calles de más venta y ajetreo de la capital y complemento terrestre de las luces que, en todo lo alto, anuncian la Navidad comercial. Todo era de mentira, incluso la caseta del vendedor de la ONCE, pero en Fuencarral no faltó detalle.
Todos, remunerados
Las guirnaldas luminosas, estrelladas, que cruzan de lado a lado de la calle son la primera señal de la Navidad de la ONCE, extendida a los comercios de la zona. Todos han sacado tajada del cupón. Menos los chinos de la esquina, fuera de plano, los comercios de Sandoval soportan el aparato eléctrico y hacen caja con un rodaje que, justo a unos metros de los cines de Fuencarral, abre un espacio de irrealidad invernal en el veranillo madrileño. «¿Para qué serie es esto?», pregunta un curioso. «Es un anuncio. Por favor, silencio. Vamos a ensayar», responde un ayudante de producción. Asomada a la ventana de su panadería, echando horas extra y también agraciada con el premio de la ONCE, Carmela felicita la Navidad a todo el que pasa.