Lotería de Navidad 2020
El «erotismo» del 69 y otras anécdotas de los sabios de la Lotería de Navidad
Detrás del mostrador de las administraciones se encuentran los loteros, que han tocado premios y se han convertido en un pozo sin fondo de historias y curiosidades
![Primer premio vendido en una administración de la calle Sagasta](https://www.abc.es/Media/201512/09/lotera--644x362.jpg)
La Lotería, algo tan arraigado en el acervo popular español, forma ya parte de la vida de todos los habitantes de la península. Son muchos los que se creen por ello con potestad de opinar, e incluso divulgar patrones o aconsejar sobre dónde tiene la fortuna más oportunidades de posar su azarosa mirada.
En ese contexto, casi todo el mundo cree que el 13, por eso de la mala suerte, es uno de los números que nadie quiere tener entre su preciado décimo de Lotería de Navidad. Sin embargo, según cuentan las loteras con las que se ha puesto en contacto ABC, los participantes parecen tentar al azar creyendo, quizás, que este tradicional juego puede invertir algo tan enraizado como la superstición. De hecho, según las casas de loterías, casi siempre es uno de los primeros números en agotarse.
Puede que el ciudadano común tampoco confíe en los décimos que contienen entre su numeración el 36-39, por el simbolismo implícito con la fecha de la Guerra Civil española. Pero como en la suerte todavía prevalece eso de desvincularse de patrones previamente establecidos porque la horma del resto nunca es la nuestra, existe una asociación, la Fundación Francisco Franco, presidida por la hija del dictador, que vende en su página web los décimos de Lotería de Navidad 98.736 y 97.039. «Terminaciones 36-39 en honor a la Cruzada de Liberación. ¡No te quedes sin ella!», anuncian.
Pero... ¿qué piensan las loteras? Su trabajo, lejos de limitarse a la simple venta de décimos de Lotería de Navidad, trasciende mucho más de una figura estática tras el mostrador. Ellas, más que ellos por azar o tradición, suelen aventurarse en consejos siempre con fundamento, y los clientes a menudo confían, porque en la fortuna a pesar de su estigma de aleatoriedad todavía prima la mirada sabia de quien ha visto pasar por sus manos premios y desgracias ajenas.
Por eso lo que digan las loteras va a misa, aunque no siempre acierten. Porque en la Lotería de Navidad, ellas son las que más saben de algo que solo el azar controla. Entre las muchas virtudes de Carmen (nombre ficticio), encargada de un receptor mixto —espacio de destinado a la venta de Lotería en el interior de un recinto dedicado a otra actividad económica, por ejemplo, un bar— en un local madrileño , no está sin embargo la de vidente, por eso cuando le ceden la responsabilidad de elegir, ella sabiamente la lega en la tecnología, para que el azar sea azar, algo si cabe todavía más aleatorio: «Que sea el ordenador el que decida», asegura.
Lola Mira, empleada de la administración «El romerito», en Bailén (Jaén) y con más bagaje a sus espaldas que Carmen, que lleva tan solo «cuatro o cinco años» vendiendo Lotería, recuerda con una mezcla de alegría y pena el día en que dieron El Gordo. «Me acuerdo que era el 72246 porque yo tengo muy buena memoria para los números. Me dijo un chico: "Dame un décimo" y le di ese, pero le pareció feo y no se fue convencido. Ya en la calle debió pensárselo mejor y volvió para cambiarlo y llevarse otro. Él también se acuerda aún, claro, estuvo con depresión y todo luego... Lo pasó muy mal porque tuvo el premio en sus manos, y decidió cambiarlo». A partir de entonces recomienda quedarse con la primera opción, sabio consejo.
Pero la costumbre siempre aparece, aunque sea en algo tan etéreo como la suerte. La gente suele acudir a las mismas casas de loterías, normalmente a las de su vecindario, donde tampoco reniega de décimos de cafeterías y demás establecimientos donde, al menos, algún día hayan tomado un café. Tampoco prescinden del número que elige la empresa, la envidia es muy mala, y como se empeñan en recordar los últimos dos anuncios de Lotería de Navidad, no vaya a ser que les toque a todos y a ti no, por un día, no está mal dejarse llevar por la corriente. ¿Y los números? ¿Cuáles son los favoritos? Año tras año, los rostros de los afortunados premiados varían en la pantalla del medio catódico desde el que vemos el ansiado anuncio de los voceros de la suerte, los niños de San Ildefonso. Pero poco parecen variar los números ganadores, esos que, analizando su trayectoria, cosechan más victorias que el resto.
El erotismo de la suerte
«La gente suele pedir fechas de acontecimientos importantes del año, como la boda de los Reyes actuales o la de cuando España ganó el Mundial», comenta a ABC. En cambio, reniegan de cifras repetidas: «No gustan los décimos en los que los números se repiten mucho, un 77774 por ejemplo. Prefieren que termine en 13, 5 o 7, los impares en general».
Los seguidores de los cotizados impares también se dejan seducir por el número más morboso: «El 69 es de los que más gusta, porque es el más erótico», admite Mira entre risas.
La suerte es también cuestión de preferencias.... y edades. «A la gente joven le da más igual el número y sí se atreve a pedir los más raros, pero la gente mayor es más tradicional y quiere uno bonito. Entonces les preguntas: "¿Qué es bonito para ti?" Y te dicen simplemente que no se repitan mucho los números, que no sean bajos...», cuenta a ABC desde Jaén.
Pero sin duda, las historias que más calan entre la gente son aquellas que inundan de ilusión vidas sin esperanzas. Quizás porque, aun sin saberlo, todos quieren ser esa afortunada persona a la que la suerte salva de un aparentemente destino aciago. Sin duda, en 2009 algo se alteró en la vida de ese inmigrante que se llevó El Gordo, o por lo menos en su cuenta bancaria, que pasó de cero a 300.000 euros en el tiempo que tardó la bola en salir del bombo.
Y en 2013 el tinerfeño Jesús Llorente probó la sensación de recibir en directo el bote, al llevarse los 125.000 euros del segundo premio (número 79.712). La fortuna le pilló de testigo, desprevenido, en las gradas del Teatro Real, donde se celebraba el Sorteo de la Lotería.
La lotería nació hace más de tres siglos y, aún hoy, a pesar de los grandes premios que se reparten y animan a participar a millones de personas, las anécdotas que transcienden son las más pequeñas, las más especiales.