El eterno futuro incierto de Núñez Feijóo

Como él mismo suele ironizar, «desde que llegué a Galicia en 2006 están diciendo que me voy a Madrid» . El chascarrillo redobló en intensidad cuando Alberto Núñez Feijóo ganó a la primera, y contra todo pronóstico, las elecciones gallegas de 2009, desbancando al bipartito de PSOE y BNG y recuperando el gobierno de Galicia, uno de los feudos históricos del Partido Popular. Su reválida en 2012 afianzó todavía más su imagen como político, y su presencia desde ese momento en las quinielas para suceder a Mariano Rajoy ha sido constante en los mentideros de la capital de España.

Los sucesivos reveses electorales del PP en los últimos dos años, con varapalos severos en las europeas, las andaluzas, municipales y autonómicas sembraron la incertidumbre en el partido , temeroso de una pérdida de fuerza de la marca. Y los rumores volvieron a crecer, sobre todo en entornos mediáticos, sobre la posibilidad de que Feijóo dejara Galicia y aterrizara tanto en la calle Génova como en el Gobierno de España. De hecho, Rajoy habló con el presidente de la Xunta en el mes de junio , tanteando su disponibilidad para dar el salto a la política nacional . Entonces, Feijóo priorizó su compromiso con Galicia , donde restaba año y medio de legislatura. No hubo más que hablar. Rajoy acometió la sustitución de José Ignacio Wert por Íñigo Méndez de Vigo e introdujo cuatro nuevas caras en las vicesecretarías del PP. La renovación real quedaba pendiente.

El batacazo en las catalanas , con la irrupción de Ciudadanos como alternativa real a PP y PSOE, disparó de nuevo las alarmas ante un mal resultado en las generales. Y de nuevo, salió a relucir el nombre de Feijóo y la posibilidad de que abandonara la Xunta para formar parte de alguna candidatura al Congreso , y de ese modo estar en las Cortes ante un eventual proceso sucesorio en el PP. El presidente de la Xunta ha negado esta posibilidad . Aparentemente, lo tiene claro: habrá que ver qué dicen las urnas en diciembre y decidirá su futuro en el primer trimestre del año próximo .

La legítima aspiración a desembarcar en Madrid para liderar un PP renovado (o incluso como un hombre fuerte del Gobierno si Rajoy revalida la Presidencia) contrasta con la presión de las últimas semanas que están ejerciendo los notables del PP gallego para que repita como candidato en las autonómicas de otoño de 2016, al entender que es el único valor capaz de revalidar la Xunta en estos momentos convulsos para la marca de la gaviota. Feijóo se debate así entre la responsabilidad de dar la pelea por mantener Galicia (con éxito incierto) o mantener incólume su triunfal trayectoria electoral para jugar sus cartas en Madrid . Hoy es el único barón popular con una mayoría absoluta . La remodelación del gobierno gallego hace diez días hizo pensar a muchos que optaría a un tercer mandato. Él ni confirma ni desmiente, pero tampoco deshojará la margarita con ritmo cansino: el partido tiene previsto un congreso extraordinario en primavera en el que se despejarán todas las dudas sobre su futuro.

Incluso hay quienes especulan con un posible abandono de la política activa y un salto a la empresa privada , donde Feijóo es percibido como un gestor responsable y eficiente, además de gozar de las obvias influencias políticas. No se le conocen estrechas relaciones con ningún gran empresario de este país, salvo quizás con Ignacio Sánchez Galán , presidente de Iberdrola, quien asistió a la toma de posesión del presidente gallego en 2009. Ofertas, desde luego, no le faltarían, pero quienes mejor le conocen creen que su retirada está todavía lejana .