El fin de las rentas antiguas multiplicará hasta por diez el precio de los alquileres

Medio centenar de locales de la zona vieja compostelana han pactado con los dueños. En otros casos, el rencor hace imposible llegar a un acuerdo

El fin de las rentas antiguas multiplicará hasta por diez el precio de los alquileres Miguel Muñiz

patricia abet

Comprar en el casco antiguo compostelano implica, en muchas ocasiones, adentrarse en locales que son historia viva de la ciudad. Algunos de ellos, los más longevos, abrieron sus puertas a principios del siglo XIX, una fecha que lucen con orgullo en las placas que dan la bienvenida al visitante. La antigüedad de estos establecimientos se palpa en la decoración, en las vetas de la madera de los mostradores y en reminiscencias del pasado que ahora fotografían los turistas que pasean por Compostela. Pero anclados en otro tiempo estaban también los precios de los alquileres que algunos de los inquilinos abonaban a los propietarios de los bajos y a los que la actualización de las rentas antiguas a la que obliga la conocida como «Ley Boyer» pondrá fin el próximo 1 de enero.

Según uno de los abogados de la Asociación Compostela Monumental —que desde hace cuatro años tratan de paliar los daños que la entrada en vigor de los nuevos precios podría ocasionar en la zona—, los alquileres en el casco antiguo santiagués se multiplicarán hasta por diez. «Esta misma semana hemos firmado acuerdos en los que los inquilinos aceptan pagar seis o siete veces más de lo que les costaba hasta ahora el local. En algunos casos, los pocos, el margen se reduce a tres y en otros se multiplica por diez», explica el letrado Lisardo Núñez en una conversación con ABC.

Perder para ganar

Del total de comercios afectados por la extinción de la renta antigua (muchos de los tenderos son a la vez propietarios) medio centenar han llegado a acuerdos con el dueño del inmueble para abonar un alquiler actualizado y, a la vez, asequible. Un ejemplo de este pacto «en el que todos tenemos que perder algo» lo representan Mari Carmen y su hija, al frente de la frutería más antigua de la capital gallega. Después de treinta años de trabajo y apremiadas por la competencia de los supermercados, las dueñas de La delicias optaron por negociar una cuantía «razonable» que les permita mantener su negocio abierto y los tres empleos que genera. Otras zapaterías y tiendas de la zona hicieron lo propio para no apagar las luces.

«El que se estén aceptando alquileres de mercado da en parte la razón a los dueños de los locales que se quejaban de que les estaban pagando muy poco. Lo ideal es que lleguen a un acuerdo que satisfaga a unos y otros y eso se está consiguiendo en la mayoría de las situaciones», afirman desde Compostela Monumental a propósito del drástico cambio de escenario.

El problema, matizan, estriba en unos quince locales cuyo vínculo con los propietarios está enquistado. Son casos, aclara Núñez, en los que las relaciones llevan años intoxicadas. «Algunos de estos dueños tienen mucho rencor acumulado después de décadas de tensión y enfrentamientos. Están resentidos con el inquilino porque consideran que lleva años pagándole muy poco y los inquilinos a su vez están molestos porque dicen que no les arreglaban los locales y así es imposible un pacto», lamenta el letrado.

La rescisión de los contratos que se firmaron a partir del año 1985 (y de los anteriores en los que el negocio haya cambiado de manos, siempre que éstas no sean las del cónyuge) acelera a estas alturas la firma de nuevos alquileres que mantengan la fisionomía del casco antiguo de la ciudad. Pese a todo, algunos de los puntos de venta más emblemáticos se quedarán por el camino, apurados por el difícil momento económico. Es el caso de la cestería de la plaza del Toural, cuya regente se jubilará tras más de veinte años. «Algunos familiares se plantearon retomar el negocio, pero con lo de la actualización de la renta era complicado. Si yo fuese más joven lucharía, pero ahora prefiero retirarme», señala rodeada de estanterías prácticamente vacías.

El futuro de enclaves míticos

En una ciudad donde algunos de los contratos en vigor a día de hoy datan de la década de los años sesenta, el ritmo por actualizar los precios firmando nuevos acuerdos es, tal y lo define Lisardo Núñez, «frenético» . «Esta semana se han sellado seis acuerdos. La que viene se firmarán como mínimo otros dos y en las primeras semanas de enero aún habrá que rubricar alguno más», enumera. En el aire y, atendiendo a lo que los tenderos de los negocios del entorno aseguran, está la pervivencia de enclaves míticos como la cafetería Derby, un clásico que forma parte del día a día de los compostelanos desde 1929. Incierto es, igualmente, el futuro de una de las droguerías más antiguas de Galicia que, situada en pleno Preguntoiro, se enfrenta a la posible venta del inmueble. Lo que sí se da por hecho ya es el cierre de alguna juguetería y de tiendas tocadas por la pérdida de clientes que se revelan incapaces de asumir una renta mayor.

La otra opción, asumen algunos de ellos, es aguantar el tirón y, si cabe, llevar el asunto hasta los tribunales. A nivel legislativo, asegura el abogado Lisardo Núñez, la «Ley Boyer» deja sin aclarar algunos aspectos que tendrán que dilucidar los jueces. Por ejemplo, el referido al año en el que se firmó el traspaso o a las cláusulas de prolongación del contrato que figuran en algunos de estos documentos y que presentan claras incompatibilidades con la normativa. Son resquicios, aseguran desde Compostela Monumental, que dan pie a que algún comerciante se aferre a ellos para seguir con su actividad mientras el asunto no llegue a los tribunales y haya una sentencia firme.

Al margen de vericuetos legales, en los establecimientos que conforman el mapa de la zona monumental compostelana parece imperar la idea de que lo mejor es llegar a un pacto para que todo siga como está. O, al menos, para que el cambio no obligue a echar el cierre al comercio tradicional. Los que más fácil lo tienen en este sentido son los dueños de las tiendas, los preferidos de los propietarios de los bajos por delante de los negocios de restauración, «más problemáticos por la normativa de ruidos y ese tipo de cuestiones».

La extinción de los contratos de renta antigua pondrá punto y final a una convivencia en la que la diferencia de precio entre locales vecinos y de similares características podía alcanzar los 1.800 euros. Una asignatura pendiente en todas las ciudades españolas que los comerciantes deberán encarar si quieren mantener la verja subida.

El fin de las rentas antiguas multiplicará hasta por diez el precio de los alquileres

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