ENTREVISTA a José Luis Méndez Romeu

«No sé si AGE es una alternativa rupturista, lo que sí sé es que está rota en varios fragmentos»

El dirigente del PSdeG analiza el escenario político, busca legitimar la posición de su partido y marca territorio en el dividido mapa de la izquierda

«No sé si AGE es una alternativa rupturista, lo que sí sé es que está rota en varios fragmentos» m. muñiz

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ/MARCOS SUEIRO

El portavoz del grupo parlamentario socialista recibe a ABC en su despacho en un momento de convulsión para el partido y para la formulación de una alternativa política.

—¿Los cambios en la dirección y en el grupo ya están asimilados?

—Hemos pasado una etapa complicada, ha habido un relevo en la dirección del grupo y una necesidad de hacer ajustes. En este momento el grupo parlamentario funciona con normalidad y hace lo que está llamado a hacer, que es llevar el peso de la oposición al Gobierno de Galicia y cuando digo llevar el peso digo hacer propuestas responsables y rigurosas.

—¿Puede percibir la ciudadanía confusión al detectar un cierto seguidismo con AGE y BNG?

—Yo creo que en modo alguno se puede hablar de seguidismo. Una cosa es que coincidamos en los grandes temas, pero en el día a día a veces coincidimos y a veces hay profundas divergencias.

—¿Cree que a la sociedad le llega más el ruido de las minorías?

—Sin duda alguna, pero eso también tiene que ver con los mecanismos de transmisión. Lo que se publica, lo que es noticiable, es con más frecuencia la bronca que el debate de ideas complejas. Es así por desgracia. Ya nos gustaría que los debates complejos tuviesen una gran atención ciudadana.

—¿El distanciamiento con AGE puede ser preocupante cuando parece que está llamado a ser un aliado del PSdeG en las tareas de gobierno?

—Las alianzas las dictan los resultados electorales y la posible convergencia de programas. Desde luego, hasta el día que se celebren las elecciones no vamos a permitir que, a diario, algún grupo de la oposición se instale en unas frases fáciles que no significan nada, o en el seguidismo de terceros que no están presentes en la vida política. No nos van a etiquetar sin que eso pase sin respuesta, eso no puede continuar así. Aquí hay que venir a hacer un trabajo serio.

—¿Es difícil hacer oposición con tanto ruido?

—Es muy difícil. Primero, porque ahora hay cuatro grupos parlamentarios y, por tanto, el ruido se ha incrementado de manera notable. Estamos asistiendo a un proceso de recomposición de otras fuerzas y desgraciadamente tenemos un escenario muy complicado. Por un lado, una situación económica que no acaba de encauzarse y al mismo tiempo una cantidad de asuntos puntuales a los que hay que prestar atención.

—Si ya fue difícil en su día gobernar con el BNG, ¿cómo será un escenario con nacionalistas y antisistema?

—Por definición, si los antisistema quieren hacer honor a esa etiqueta no podrán estar en el Gobierno. Lo que estamos viendo es que los llamados antisistema evolucionan a toda velocidad hacia aquello que más han censurado. Los mecanismos de representación, los mecanismos de decisión cada vez se parecen más a los de los partidos convencionales, por no decir el programa económico.

—¿Qué planteamiento es más próximo al proyecto socialista: las propuestas del BNG o de AGE?

—Yo no sé si AGE representa una alternativa rupturista, lo que sí sé es que aquí han roto en varios fragmentos. Con el nacionalismo tenemos las diferencias sabidas porque la distancia entre socialdemocracia y nacionalismo es de concepto muy importante. Sin embargo, hay una práctica de compartir gobiernos locales —incluso en la propia Xunta— y eso hace que manejar los asuntos en el día a día sea relativamente fácil. Con AGE debería ser también así en la medida en que ellos vienen de una cultura con la que hemos gobernado en otros lugares. Pero en este momento están inmersos en una crisis y, por lo tanto, es muy difícil saber qué está ocurriendo exactamente.

—Las encuestas recientes evidencian que el PSdeG no mejora sus resultados, salvo el caso de Vigo. En algunos lugares cedería la segunda posición a fuerzas de la izquierda rupturista.

—Las encuestas hay que verlas con cautela. Se está valorando el peso electoral de fuerzas que no concurren, parece una cierta contradicción. El PSOE ha tenido una larga desafección del electorado como consecuencia del fracaso en los últimos tiempos del Gobierno Zapatero y una sensación en los ciudadanos de que en ese último tramo no se hizo todo lo posible frente a la crisis. Yo creo que esa sensación ha tocado fondo y a partir de aquí deberíamos estar en condiciones de recuperar.

—¿Por qué parece tan difícil un pacto con el PP en materia de corrupción cuando alguna de las propuestas fueron formuladas por el PSdeG?

—Esto es muy interesante. El PP no ha querido que hubiese acuerdos y ahora, en el momento en el que la opinión pública está más indignada, el presidente Feijóo nos plantea un acuerdo sólo a nosotros. Probablemente buscar un entendimiento sólo entre PP y PSOE podría ser interpretado en la opinión pública como un intento de taparnos mutuamente distintos escándalos y creo que las decisiones no se deben tomar bajo presión.

—Si son medidas positivas y hay un interés general por encima del partidario, ¿por qué eso no se ejecuta?

—En Madrid se están discutiendo dos leyes en Cortes. Una sobre la financiación de los partidos y la otra sobre organización y ahí me imagino que habrá acuerdos. Aquí esto no se ha planteado así, pero en todo caso la urgencia de mandar un mensaje a la opinión pública puede ser contraproducente con la eficacia en lo que queremos hacer.

—¿Cómo valora las primarias?

—Han sido interesantes desde el punto de vista de la participación y bastante previsibles. En casi todos los lugares han ganado los candidatos potencialmente ganadores.

—¿Se ha producido un cambio generacional en el partido en Galicia? ¿Siguen siendo los hombres fuertes Abel Caballero y José Blanco?

—El único activo que tienen los partidos son sus cuadros. Besteiro significa el comienzo de una renovación generacional y eso continuará sin echar a nadie. Tanto Blanco como Caballero tienen influencia, pero no poder orgánico. Lógicamente, el alcalde de Vigo su opinión y su gestión son relevantes. José Blanco es muy apreciado y ahora ocupa una función muy necesaria.

—¿Ve viable recuperar la hegemonía de Paco Vázquez en La Coruña?

—A corto plazo no. Nosotros llegamos a tener una hegemonía social muy amplia que se traducía en un peso enorme. Ahora estamos necesitados de alianzas para gobernar la ciudad si se produce la alternancia.

—¿Qué siente cuando Vázquez lanza críticas contra el PSOE?

—Yo tengo mucha admiración política por Vázquez y es difícil que pueda ser un crítico objetivo. Él siempre ha tenido una visión intelectual de la política, entendiendo que no es sólo gestionar el día a día sino que hay que tener un proyecto a largo plazo. Vázquez ha estado muy preocupado por las cuestiones territoriales, por tanto las tomas de posición sobre asuntos puntuales hay que entenderlas dentro de esta visión que él ha tenido siempre de la socialdemocracia a la europea, y de un país integrado.

—¿Era necesario preguntarle al presidente de la Xunta quién pernocta en Monte Pío?

—Hemos preguntado por una persona que aparece en un sumario judicial al lado de declaraciones muy preocupantes como posible receptor de confidencias policiales, como posible intermediario en la captación de fondos. Hemos preguntado por esa persona en concreto y aparece en el sumario con todas estas funciones: conseguidor, asalariado, amigo e intermediario. Eso es lo que queremos saber.

—¿Esta persona también tenía un trato familiar con los responsables del PSdeG? ¿Pone la mano en el fuego por la época del bipartito?

—En Galicia se discute un sumario concreto. Cuando se ha dicho que revisemos hacia atrás, yo digo que todo lo que quieran desde que ha habido formación, no hay nada que ocultar. No habido ninguna actuación irregular, nada que corrobore lo dicho en sede parlamentaria por el PP y en ese sentido yo, como miembro que fui de aquel gobierno, tengo la conciencia tranquila sobre lo que se ha hecho.

«No sé si AGE es una alternativa rupturista, lo que sí sé es que está rota en varios fragmentos»

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