NO SOMOS NADIE

Pocilgueros

antonio piedra

A los que no creemos ni de coña las mentiras políticas, judiciales y mediáticas sobre el 11-M, acaba de obsequiarnos José Bono, hace cuatro días exactamente, con un calificativo sustancial: «pocilgas». Es decir, con una palabreja de postín que procede del latín «porcus», que significa cerdo, y que desde el siglo XV hasta nuestros días -de Valladolid a León, pasando por el Puerto de Santa María y atravesando los Pirineos- se aplica, sistemáticamente, a los establos de cerdos. Lógico. Y es que, hablando de porquerías, el señor Bono es tan exquisito que, sin querer, se acuerda uno del complejo del puerco sarnoso que revuelve la pocilga. Sencillísimo de entender, señor@s: los más marranos son siempre los más escrupulosos.

Y tanto. De hecho, en los establos de don José, los cagajones de los caballos salen cuadrados -evangélicamente ciento por uno, entiéndase- y, además, exhalan tal olor toledano a incienso Christian Dior que ya se vende en farmacias y droguerías como agua bendita. Y tan escrupuloso resulta el ex ministro en esto de las salvaciones indiscriminadas -«Yo prefiero que me maten a matar, soy ministro de Defensa», jajajaja-, que un relator de la Rota, que en Roma está y que yo conozco muy bien, calificó al político socialista como un ejemplo excepcional: «es tan católico practicante que no cree». O sea, algo tan portentoso, filosóficamente hablando, como el nominalismo de Hegel: que en la práctica nunca existió.

Que después de once años, Bono bonito y barato nos llame «pocilgas» a los demás por decir, comprobar y escribir que el 11-M ha sido la vergüenza española del siglo -no sabemos en verdad qué explotó, ni quién lo hizo, y dentro de nada ni siquiera identificaremos con certeza el lugar dónde explotó y hasta la identidad de los muertos-, es como entrar en una discusión entre sofistas disminuidos. Y no procede porque, sencillamente, los sofistas de verdad -aquellos griegos que eran auténticos maestros del saber- no pueden compararse con estos tarambanas del solomillo que, como dicen en mi pueblo, parecen villanos montados en mulo que ya no conocen ni a Dios ni al mundo.

A la farsa nominalista, y de mortaja andante de Bono, se ha subido este año el falso leonés, Zapatero. Por vez primera se ha dignado asistir a la concentración de víctimas por el 11-M en calidad de ex. Pero también en esto rectifico, porque Zapatero no es ningún ex. Sigue cobrando de los españoles sin dar golpe, sigue engañando a todos con el mismo papo de antaño, y sigue siendo en víspera de Semana Santa, el más vil de los traidores que descubrió Alonso de Ercilla en La Araucana: «No hay contra el desleal seguro puerto,/ ni enemigo mayor que el encubierto». Dicho en rima pachanguera: ningún pocilguero de tres al cuarto puede llamar «pocilgas» a los críticos del 11-M, mientras haya pocilgueros de la talla de Bono y Zapatero.

Pocilgueros

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