religión

Un intelectual discreto y dialogante

El también Arzobispo de Valladolid se caracteriza por su sólida formación doctrinal y teológica que ingresó en el Seminario con 12 años

Un intelectual discreto y dialogante abc

i. jimeno

Discreto, dialogante, de sólida formación doctrinal y teológica, estudioso, lector empedernido y entregado a la escritura, Ricardo Blázquez (Villanueva del Campillo, Ávila, 1942) vio despertar en él la vocación religiosa a una edad temprana, ejerciendo de monaguillo con el padre Fidel en su pueblo natal, una pequeña localidad a medio camino entre la capital amurallada y el Valle del Jerte. Con apenas doce años, el segundo de ocho hermanos de una humilde familia ganadera ingresó en el Seminario de Arenas de San Pedro para cursar Bachillerato, de ahí pasó al Seminario Mayor y el 18 de febrero de 1967 fue ordenado sacerdote. Desde entonces, quien era un chico «estudioso» y con «muy buena cabeza» que habla varios idiomas y ha escrito numerosos libros no ha dejado de estudiar.

Se doctoró en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y éste no fue el único vínculo con el ámbito universitario, al que regresó como docente de la Universidad Pontificia de Salamanca entre 1974 y 1988, además de ser Gran Canciller de la Universidad del espiscopado español de 2000 a 2005. Un hombre «firme» y «capaz de sacar autoridad» a la vez que tendía a «ceder» es lo que destacan de él quienes compartieron tiempos de docencia.

Juan Pablo II le nombró obispo titular de Germa in Galatia y auxiliar de Santiago de Compostela en 1988, en 1992 fue promovido como prelado de Palencia y en 1995, de Bilbao. Siempre cercano a las víctimas de ETA en esos tiempos duros, las reticencias con las que fue recibido en la capital vasca «un tal Blázquez» se convirtieron con el paso del tiempo en cariño y respeto incluso del PNV, que con tanto recelo le acogió.

Humildad, trabajo, escucha, prudencia y estar siempre cercano a los ciudadanos y párrocos son las características que acompañan a quien desde el pasado mes de marzo ocupa de nuevo la Presidencia de la Conferencia Espiscopal Española (ya ostentó el cargo entre 2005 y 2008). Arzobispo de Valladolid desde 2010, Ricardo Blázquez sigue siendo ese «cura de Ávila de toda la vida», un castellano sencillo, austero y discreto. Prueba de ello es que fue elegido para tareas complejas, como el encargo del Papa Benedicto XVI para realizar el informe de los Legionarios de Cristo, del que no hubo filtración alguna.

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