opinión

Las líneas rojas de Echávarri

iván j. muñoz

Gabriel Echávarri ha cometido muchos errores antes y durante su campaña. Lo evidencian sus resultados, los peores del socialismo en la historia de Alicante, a pesar de los cuales ha llegado a ser alcalde. Eso sí, no sin hipotecas. Sin embargo, el más grande de todos le ha cogido ya retratado compartiendo una troceada vara de mando en el salón azul. Un pasado reciente como especialista en desahucios «de forma rápida y económica» que ABC se ha encargado de destapar .

Lejos de encajar el golpe y actuar como corresponde a alguien que ocupa el sillón que los votantes supuestamente le han concedido –los números bien se encargan de desmentirlo–, Echávarri actuó al día siguiente como un diletante. Tiró de teléfono, llamó a quien suscribe y realizó una argumentación imaginaria y sobreinterpretada de lo que el artículo explicaba usando para ello incluso términos cinematográficos: «la familia» y sobrepaso de «líneas rojas ». Para, renunciando a que se publicara su versión, terminar con una amenaza. No es la primera vez, aseguran muchos de los ya depurados miembros del anterior equipo de gobierno socialista y militantes apartados. El chantaje emocional, dicen, es una de sus suertes preferidas.

Juan Ramón Gil , referente periodístico, sostiene desde hace tiempo que Echávarri es un político de derechas disfrazado de socialista. Con su telefonazo –como con su reciente pasado profesional, ejemplo del más auténtico capitalismo– retrata esto y también su preocupación de cara a la imagen ante unos forzados compañeros de viaje a quien quemó de golpe un argumentario común que por su parte –lo iremos viendo– no se sostiene. Además de demostrar no tener el encaje, la cintura, las formas ni respeto a un medio nacional que no controla (basta revisar la hemeroteca reciente para comprobar el dinero invertido en publicidad para una campaña de la que aún los ciudadanos esperan ver el desglose, como prometió). O quizá fuera el alcance de la noticia, entre las más vistas y comentadas de toda España, lo que le nubló para actuar de forma –hasta su padrino político, Ángel Franco , lo reconoció ayer– tan torpe. Lejos de apagar el fuego, el exabrupto le valió para conseguir una reseña en la edición nacional. Recuerde el señor alcalde que esa es la fuerza de ABC. Y que sea desde esta edición, Madrid o Marte, siempre habrá un periodista alicantino para contarlo.

Las líneas rojas de Echávarri

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