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Así eran los refugios antiaéreos de Alicante durante la Guerra Civil
La ciudad recupera un patrimonio oculto desde el fin de la contienda y lo complementa con un material, armas, bombas y curiosidades en un centro de interpretación
Actualizado: GuardarLa ciudad recupera un patrimonio oculto desde el fin de la contienda y lo complementa con un material, armas, bombas y curiosidades en un centro de interpretación
12345678Una losa de hormigón a prueba de bombas
Uno de los dos accesos al refugio antiaéreo de la plaza Séneca - JUAN CARLOS SOLER El refugio de la plaza Séneca era del tipo losa de hormigón, es decir, que protegía a la población gracias al espesor del techo construido con este material, reforzado además con muros de casi un metro y poco espaciados entre ellos para evitar que se hundiera esta cubierta a prueba de bombas.
Capacidad para 1.500 personas
La estructura era de un largo pasillo con espacios en forma de cajón a ambos lados - JUAN CARLOS SOLER Con 42 metros de largo y 38 cubículos (compartimentos) situados a ambos lados de un pasillo central, este refugio era el de mayores dimensiones de los construidos en la ciudad durante la contienda. En ocasiones, la población permanecía horas encerrada mientras duraban los bombardeos o se temía que se reanudarán.
Recreación con realismo de los bombardeos
El alcalde y varios concejales han visitado el refugio de Séneca en la primera visita guiada - JUAN CARLOS SOLER Los visitantes de estos pasadizos subterráneos escuchan los sonidos de las sirenas, aviones y bombardeos, que se han recreado tal como se escuchaban desde su interior, para completar la experiencia con gran realismo. Incluso cuando alguna de las bombas caía en las inmediaciones de los refugios y cundía el pánico.
«Gracías a ellos hemos podido sobrevivir...»
Las obras en la plaza permitieron descubrir hace un par de años los dos accesos al refugio - JUAN CARLOS SOLER En el centro de interpretación se proyecta un documental con tres testimonios de mujeres que vivieron en primera persona aquellas huidas a la carrera para ponerse a cubierto del paso de los aviones del ejército nacional. “Gracias a ellos hemos podido sobrevivir... también porque si no, habríamos caído en la calle, como otros cayeron”, recuerda Paquita Sierra Giner.
El día que no sonaron las alarmas
Mapa de la ciudad con los objetivos civiles bombeardeados, en el centro de interpretación - JUAN CARLOS SOLER Aquel fatídico 25 de mayo de 1938, los aviones sembraron de muerte Alicante repartiendo bombas por varios puntos de la ciudad, no solo en el Mercado Central, aunque allí cayeron 80 y era un jueves de máxima afluencia allí en el que personas de todas las edades, incluso niños y jubilados, acudieron a comprar verdura y pescado frescos. Más de 300 personas perdieron la vida.
Uniformes y material en el museo
Con fondos de museos de Valencia y Madrid, se exponen uniformes de ambos bandos en la contienda - JUAN CARLOS SOLER Además de la información de los refugios y los relatos en carteles y el documental, el visitante puede ver cómo eran los uniformes tanto de oficiales como de soldados de los dos bandos en aquella guerra, los republicanos y los nacionales. También está reproducido en un diorama del del Mercado Central y otro del aeródromo de Rabasa.
Las mismas armas en ambos bandos
En el centro de interpretación los guías explican curiosidades de aquella época histórica - JUAN CARLOS SOLER Aunque no siempre ocurría así, algunas de las armas que utilizaron los soldados eran las mismas en las filas de uno y otro ejército. En otros casos, los recursos militares no estaban equilibrados y eso puede explicar en parte el desenlace de la contienda. Un ejemplo: en las baterías antiaéreas instaladas en el Tossal la tecnología era de 1918.
Rarezas, nombres curiosos, maquetas
Las piezas y revelan la dureza de las condiciones de vida en guerra - JUAN CARLOS SOLER Los aviones soviéticos se llamaban «la mosca» y «el chato». En el centro de interpretación hay expuestas maquetas del refugio, del Mercado Central en aquella época, así como de algunos aviones (como el «chirri»), pistolas, fusiles, ametralladoras, máscaras antiguas, granadas de mano y cascos utilizados en la guerra. Y de los fondos del Museo de Aeronáutica y Astronáutica de Madrid, una bomba alemana de 250 kilos.