Alfonso Roldán. :: A. VÁZQUEZ
EL PERFIL

ALFONSO ROLDÁN MARTÍNEZ

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Aunque, a primera vista, nos resulte sorprendente, si prestamos atención, estaremos de acuerdo en que Alfonso es una de esas personas lúcidas que afrontan el paso irreversible del tiempo enriqueciéndose con la sabiduría que les proporcionan los episodios familiares. La convicción de que los años ennoblecen a los seres bondadosos que afrontan la vida con seriedad es una de las conclusiones a la que he llegado tras contemplar las trayectorias que han seguido esos hombres que, como Alfonso Roldán Martínez, se han apoyado en las convicciones hondas sembradas en el cálido ámbito de la familia y cultivadas en la atmósfera saludable del colegio lasaliano. Gaditano laborioso y discreto, mantiene ese optimismo candoroso que sólo algunos privilegiados conservan intactos durante toda su vida. En la última conversación mantenida, me he fijado en la transparencia de su rostro despejado, en la delicadeza de su limpia mirada y en la elegancia de sus gestos controlados, y he llegado a la conclusión de que sus expresiones condensan la riqueza humana acumulada de manera concienzuda a lo largo de toda una vida, la finura de un espíritu cultivado con esmero y, sobre todo, la honda gratitud a unos hombres sencillos -los Hermanos- que, por contagio, le transmitieron las claves para vivir la vida con plenitud.

La figura de Alfonso refleja, no sólo un carácter afable y equilibrado sino, sobre todo, su complacencia serena, su amable sosiego y su profunda gratitud por, simplemente, vivir de forma humana. Constante, laborioso y discreto, es un ciudadano de calibre que, gracias a su exquisita sensibilidad, enfatiza las pequeñas cosas importantes e intensifica las vivencias fundamentales de su existencia. Estos rasgos tienen su origen, a mi juicio, no sólo en la esmerada formación humana que ha recibido en la comunidad lasaliana, sino, sobre todo, en el ambiente apacible de su hogar. Esa actitud serena que mantiene incluso en las situaciones incómodas tiene su fundamento en una virtud que adquirió desde muy pequeño y que, después ha ido cultivando. Me refiero a la «bondad», esa senda segura, la única que nos lleva a la felicidad personal y el surco en el que hemos de sembrar las semillas del bienestar familiar.