FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DEL ROSARIO

Luis García Gil busca la fe en su pregón a la patrona

El escritor y poeta estuvo acompañado de la cantaora Carmen Jara quien llenó los silencios con tanguillos dedicados a la virgen El pregonero exalta la vinculación de la Virgen del Rosario con Cádiz, el mar y el mes de octubre

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El sonido de una guitarra y la voz de Carmen Jara dieron comienzo al pregón. El cante por tanguillo, que arrancó una gran ovación entre los asistentes a la iglesia de Santo Domingo, fue el preludio de los versos y de las palabras que Luis García Gil dedicó a la patrona. «No es una tarea fácil», reconoció, «porque elaborar un pregón exige mirarse dentro de uno mismo, buscarse en lo profundo de nuestras creencias espirituales, rezar con María y silenciar las dudas que no dejan de acecharnos».

García Gil acudió a las plumas de poetas y escritores antecesores que él para dirigirse a la Virgen del Rosario. Recurrió a las palabras de Unamuno para hablar de la fe. Una fe que en tiempos de crisis y de dificultad puede temblar pero que «al cantarle a la patrona uno la siente redoblada». Rememoró las palabras que José Luis de la Rosa Domínguez pronunció en su pregón en el Gran Teatro Falla el 28 de septiembre de 1952 y en las que decía «Cádiz no se llama Cádiz, que se llama relicario, porque tiene como patrona, a la Virgen del Rosario».

También recordó los versos de Dante en su divina comedia y en los que dedicó un cante a la Virgen María, a la pluma de Juan del Encina en el siglo XV y hasta de Cervantes, porque «los poetas nunca han ocultado su devoción por la Virgen María dedicándoles odas, sonetos, romances y décimas».

También hubo un momento para la reflexión y para el dolor de «aquellos gaditanos que llegan hasta ti buscando una solución a sus problemas». «Hay un puñal que se clava todos los días en el azul cielo y nos hace más infortunados». Pero para García Gil ante las dificultades hay que crecerse y «necesitamos recobrar la fe en las pequeñas cosas, abrigarnos en la esperanza del mensaje evangélico y confiar en un porvenir en el que no existan diferencias sociales ni injusticias».

Y como no podía ser de otro modo recurrió a la relación de la virgen con el mes de octubre, la ciudad y el mar. El pregonero hizo un recorrido por las calles gaditanas «ya que paseando por la vecina plaza de San Juan de Dios evocamos el pasado marinero, los latidos del viejo muelle abierto al mundo, las historias portuarias. Cádiz fue como un gran barco amarrado al muelle de la infancia. Todo es mar que rinde pleitesía a la Virgen del Rosario». Por último, el pregonero volvió a su infancia y habló de la figura de su padre y de cómo le enseñó a acercarse a la figura que ayer veneró, «él que un día cantó tu pureza celestial».