Policías afganos custodian un camión quemado durante los altercados ocurridos ayer tras el asesinato de los dos oficiales de la Guardia Civil en la base de Qala-i-Naw. :: EFE
ESPAÑA

Los talibanes logran atentar por primera vez en la base española en Afganistán

Un insurgente infiltrado asesina a tiros a dos guardias civiles y un traductor durante unas clases a policías locales

MADRID. Actualizado: Guardar
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A sangre fría y con «premeditación». «Un atentado terrorista», en palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba. El conductor del jefe de la Policía local y un viejo conocido de las tropas españolas, convertido desde hace dos meses en un infiltrado de los talibanes en la base de Qala-i-Naw, acribilló ayer a quemarropa y sin previo aviso a dos guardias civiles y a un traductor, que adiestraban a un grupo de policías afganos en las instalaciones militares españolas.

El capitán José María Galera Córdoba, natural de Albacete y de 33 años, el alférez Leoncio Bravo Picallo, coruñés de la misma edad, y el traductor iraní nacionalizado español Ataolah Taefik Alili, de 55 años, murieron en el acto bajo las balas del fusil Kalashnikov del terrorista, Ghulam Sakhi, quien fue abatido de inmediato por los otros guardias civiles que se encontraban en el recinto.

Era una mañana más en las instalaciones de la antigua base de Qala-i-Naw del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT), que ahora, tras el traslado del cuartel principal a las afueras de la ciudad, ha quedado como residencia de los guardias civiles de los Equipos Operativos Policiales de Adiestramiento y Enlace y escuela de policías y militares. Como cada día desde que llegaran a ese país en marzo, nueve de los 18 guardias civiles de la Unidad de Acción Rural (UAR), con base en Logroño, impartían clases a los agentes de seguridad afganos aprovechando las horas más frescas de la mañana. Era pura rutina. Por esas instalaciones han pasado cerca de 2.000 agentes afganos dentro de la misión de adiestramiento de la OTAN. El grupo de alumnos de esta semana eran 47 policías. Dos soldados españoles ayudaban a los guardias civiles en las lecciones.

Chófer habitual

A las 6.20 horas de la mañana (8.50 hora peninsular española) sucedió todo. El terrorista era un ex policía y no era alumno, pero como chófer habitual del jefe de la Policía local y eventual conductor de Galera, con quien había entablado cierta relación, tenía acceso libre a la base.

El infiltrado entró ayer al cuartel junto al mando policial. Segundos después se presentó en el recinto de adiestramiento con un Kalashnikov. Cuando los dos instructores, junto a los que estaba el traductor, dieron el alto para que soltara el arma, el atacante la emprendió a tiros sin mediar palabra. Sakhi no tuvo tiempo para más. Tampoco lo intentó, quizás consciente de que quería convertirse en mártir. Los otros siete guardias civiles y los dos soldados españoles que presenciaron la escena abatieron en segundos al terrorista.

Nada pudieron hacer los agentes. El rosario de balas escupido por el fusil de asalto habían alcanzado a las víctimas en órganos vitales. Galera y Bravo, que fallecieron en el acto, se convirtieron así en los primeros miembros de las fuerzas de seguridad asesinados en una base española de Afganistán, y Taefik, en el primer civil español muerto en acto de servicio en ese país. Los tres tenían previsto regresar a España el próximo 22 de septiembre, con el relevo del contigente.

Los compañeros de los guardias civiles apenas tuvieron tiempo para recoger sus cadáveres. Los disparos se habían oído en toda la ciudad y en cuestión de minutos una turba cercana a las 2.000 personas, azuzada por conocidos radicales con altavoces, se concentró a las puertas del cuartel para reclamar el cadáver del terrorista.

La situación se volvió muy tensa. Pérez Rubalcaba habló de «intento de asalto» de la base española, que jamás se había visto envuelta en una revuelta desde su apertura en mayo de 2005. Durante unas horas, unos 200 afganos, armados con palos los más violentos, lograron llegar a las puertas de la base y lanzaron piedras contra el acuartelamiento y provocaron incendios en sus muros, hasta que miembros del ejército y la policía afganos lograron alejar a la muchedumbre de las instalaciones, aunque los disturbios continuaron en otros puntos de Qala-i-Naw.

La turba intentó agredir al gobernador provincial de Badghis, Delbar Jan Arman, y al jefe de la policía, Sayed Ahamd Same. Los incontrolados luego intentaron asaltar la casa del antiguo alcalde de la localidad y ahora candidato al Parlamento, Mohammad Naim, y destruyeron un vehículo del consejo provincial. Los disturbios obligaron a los comerciantes de la zona a cerrar, mientras varias casas y vehículos eran incendiados.

Entre 18 y 25 personas resultaron heridas, dos de ellas graves, por heridas de bala y pedradas. La base no sufrió daños serios, aunque los guardias civiles, reforzados por patrullas del Ejército, también se vieron obligados a disparar al aire para disuadir a la turba que rodeaba las instalaciones.

El director general de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez, partieron a las 15.00 horas de la base para Torrejón de Ardoz, en Madrid, con destino a Afganistán para repatriar los cadáveres de los agentes.

Los restos mortales de José María Galera, Leoncio Bravo y Ataolah Taefik llegarán a Torrejón hoy en torno a las 11.00 horas, donde los féretros serán recibidos por José Luis Rodríguez Zapatero y otros miembros de su Gobierno. El Ministerio del Interior tiene previsto un funeral de Estado con «todos los honores» en la base de la UAR en Logroño a las 19.00 horas para los dos guardias. El cadáver del traductor será trasladado desde Madrid a Zaragoza y será entregado a sus familiares.

Entretanto, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco abrió diligencias para investigar el atentado. Este tribunal es competente para los delitos cometidos contra españoles en el extranjero. Velasco, además, ha designado a dos forenses para que practiquen las autopsias a los tres cuerpos una vez que lleguen a España.