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opinión

El pucho de Sabina

31.03.11 - 08:59 -
Para que se entienda bien diré que me gustan tres discos de Joaquín Sabina, lo demás me parece prescindible. Lo escribo porque el de Úbeda confirma eso de que hay que evitar a los artistas que admiras más allá de sus obras. Habría que hacer caso a Mateo: por sus frutos los conoceréis. Suele ocurrir que la creación va por un lado y la persona por otro. El Sabina tardoprogre, el cronista urbano que va sobrado y perdona vidas mientras muestra su imagen crápula y canalla me interesa menos. Y desde luego el último que ayer conocí, el que da una rueda de prensa en un hotel de Montevideo y se enciende un cigarro, un pucho que allí llaman, estando prohibido y multado, me interesa nada. Del que no cumple las normas, del que se pasa las leyes por la bragueta, espero poco. Ya ni buenas canciones.
Esta gente que confunde lo que está bien con lo que le conviene encaja en el título de uno de los discos de Sabina y suele creer algo que su amigo Serrat canta en una de sus canciones. ¡Qué lindo caga el señor! Pero ya vale. Al Sheraton le pueden caer 8.000 euros de multa por la gracia del cantante. ¿Qué quiere demostrarnos? Que le dan lo mismo las normas, que le importan un bledo las leyes, que es moderno ir a la contra, que es un chico malo a sus 50 y doce años. Caigo en la cuenta de que su gira lleva el título de 'El penúltimo tren', y me explico lo que le pasa. Personal del hotel le pidió que apagara el cigarro, a lo que respondió: «Ni muerto». El Ministerio de Sanidad, que vigila el cumplimiento de la ley de forma estricta ha hecho saber que la multa va a nombre del hotel, que ellos no sancionan a los adictos (sic).
Mientras pasa esto, leo que se van a reeditar en español las memorias del genial Arthur Koestler. Fue junto a Orwell la conciencia intelectual del siglo XX contra el estalinismo. Era libre, y también un cascarrabias. Un día un lector quiso conocerle en persona. Al terminar su encuentro, Koestler notó la decepción en su rostro y le dijo: «Has venido a conocer al escritor después de leer su obra y sales decepcionado. Es natural. Es como si después de saborear 'foie gras' quieres conocer a la oca». No es lo mismo el escritor que su obra, ni la genialidad que la simpatía. Hoy pienso en Sabina y en el gerente del hotel de Uruguay que pagará la gracia. Pienso en la prepotencia de quien se siente por encima de la ley y de sus consecuencias. Pienso en el cigarrillo caprichoso y en los 8.000 euros que le han caído de multa a la empresa. También pienso en sus canciones, ¿cómo no? Su 'foie gras' es delicioso pero la oca es insoportable. Él mismo lo canta: ¡Eh Sabina, ten cuidado con la nicotina!
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