Martes, 26 de septiembre de 2006
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Aves guardianas del césped
En el Ramón de Carranza se emplean dos hembras de halcón para ahuyentar las palomas y así mantener más limpio el estadio
Aves guardianas del césped
AL ACECHO. Victoria y Rubia han logrado ahuyentar la gran cantidad de palomas del estadio. / PABLO ANDREU
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Al igual que sus parientes Figo y Zidane en el estadio Santiago Bernabeu en Madrid, Victoria y Rubia ahuyentan las palomas del Ramón de Carranza para que el césped pueda crecer con total normalidad. Un cometido que llevan realizando de manera exitosa estos dos halcones harries desde junio del año pasado.

Roberto Bruce y Manoli, forman un matrimonio joven que se dedica a la cetrería -arte de criar halcones y demás aves de caza-, y que ha constituido la empresa Control de Aves Urbanas. «Cuando llegamos pensé que iba a ser imposible echar a los palomos de aquí, pues los techos de la tribuna estaban llenos de nidos y las butacas siempre tenían excrementos, lo que provocaba malos olores», confiesa Roberto. «El problema era muy grande ya que los socios tenían que ponerse un cartón en el asiento y otro en la cabeza durante los partidos», añade Ángel, un joven empleado de mantenimiento del campo de fútbol.

Hoy en día el panorama es bien distinto. La presencia diaria de estas dos hembras de halcón en el Carranza ha persuadido a los pájaros, que no sobrevuelan por las inmediaciones del estadio y mucho menos osan posarse en la hierba. «Ahora el césped es una auténtica alfombra y no tenemos que estar limpiando tanto», matiza Ángel.

Según Roberto, la presencia de estas aves rapaces diurnas, que se empleaban antiguamente en la llamada caza de cetrería, es «lo más efectivo y natural» para espantar a las palomas. Prueba de ello es que empresas como Navantia y Renault ya han requerido de sus servicios. Precisamente en una de las naves de estos lugares, Pavoni, un halcón macho, encontró la muerte al estrellarse contra uno de los techos forjados mientras perseguía un palomo.

En otra ocasión, uno de los halcones se metió en un doble techo de la nave de de Navantia en San Fernando y estuvo allí durante dos meses. «No quería salir porque tenía comida, ya que el lugar estaba lleno de palomos. Tanto es así que allí cambió la pluma», detalla Manoli.

En los aeropuertos también se emplean halcones con el fin de evitar averías en los aviones y posibles accidentes, ya que los pájaros entran en los motores debido a la fuerza de las turbinas.

Pero la función de Victoria y Rubia no sólo se limita a asustar a las palomas urbanas de estos lugares. Teniendo en cuenta que la caza de cetrería estuvo muy de moda en Europa durante la Edad Media, a estos dos atractivos ejemplares les llueven las ofertas para participar en mercados medievales y hacer algún documental de televisión.

Pasión desde niño

La afición de Roberto se inició desde muy chico viendo los programas del malogrado Felix Rodríguez de la Fuente. «A mí lo que me gusta es la cacería, pero formé la empresa porque me dí cuenta de que le podía sacar un provecho a mi afición por las aves», explica este halconero, quien vive en Rota entre azores, halcones y buhos. «Tengo más de 30 aves rapaces y todas ellas requieren de mucha atención», dice, al mismo tiempo que Manoli pesa a Rubia antes de soltarla: un kilo y 55 gramos. «El peso es fundamental porque te da una orientación del hambre que puede tener y de la salud del animal», explica.

jmvillasante@lavozdecadiz.com



 
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