feria de jerez 2015

Las temperaturas más suaves empujan a ir al Real

La Feria de Jerez apurasus últimos tragos con un gran número de turistas por sus calles

Las temperaturas más suaves empujan a ir al Real

Día grande en el Real. La llegada del fin de semana y unas temperaturas más agradables (30 grados y una brisilla suave) provocaron que no cupiera un alfiler en algunas casetas. Pero empieza a verse la línea de meta. Quedan dos días de disfrutar. El público de ayer era un poco diferente a los días preferentes: jerezanos de la Diáspora en Madrid o Sevilla, otros vecinos de Cádiz y muchos turistas. También la comunidad escolar local disfrutó de un día de fiesta.

La Delegación municipal de Turismo señaló ayer que el número de visitantes atendidos en sus oficinas ha crecido un 13,66 por ciento con respecto a 2014 desde el día de la inauguración hasta el pasado miércoles. Además, ha aumentado el turismo extranjero casi un 12%. Por países, destaca la visita de franceses, un 16% más que en 2014; holandeses, un 10% más; estadounidenses, casi un 44% más y belgas, un 35% más.

En cuanto al turismo nacional, se consolida en cifras y destaca el crecimiento de visitantes catalanes, que ha subido un 19%.

Otras de las claves de este repunte turístico es que las bodegas aprovechan estos días para recibir y agasajar en sus casetas –aunque no todas las firman las tienen– o instalaciones a sus representantes y ejecutivos comerciales en el extranjero. No en vano el 70% de los vinos de Jerez se dedican a la exportación. Y también se consolida en la Feria el consumo de otras variedades como olorosos (el jerez por antonomasia), amontillados y cream. Desde luego que no eclipsan al rey, al fino, pero es gratificante que otros vinos menos conocidos sean difundidos entre el público visitante. Muchos neófitos dicen que el fino feriante es diferente al de otros momentos del año (e incluso alguno de mal beber dice que está aguado) pero la explicación racional –señalan los bodegueros– es que son vinos de sacas de este mismo año por lo que son más jóvenes, más afrutados incluso, que los que se pueden consumir el resto de días.

Otra recomendación obligatoria: el flamenco. Casetas para eso de «vamos a escuchar», lo que dicen los cabales a aquellas criaturas que no distinguimos casi una sevillana de una bujería, son Tío José de Paula, la Buena Gente o los Cernícalos. Flamenquito y otros estilos de música las hay a cualquier hora, sobre todo durante las noches, en que las casetas se convierten en discotecas. Para el público más tradicional el Disco Rojo. Muy animadas y discotequeras las de los partidos políticos y las organizaciones sindicales. Las juveniles, todo un bullicio.

A partir de la una de la madrugada es difícil encontrar entoldados que tengan sus cocinas abiertas –sobre todo las casetas situadas en la calle principal– por lo que la fuente de alimentación son los bares de las cercanías o los habituales puestos ambulantes situados junto a los cacharritos.

Otro clásico donde los haya, de esos de decir que si nunca has estado ahí es que nunca has venido a la Feria, es la caseta del Pozo de la Víbora: los vecinos de Picadueñas hacen uno de los mejores pinchitos del Real, al carbón, con un suculento sabor a especias y a pique. Vamos que ni en el ceutí barrio del Príncipe.

Toros y como siempre tarde

Otro de los ganchos de la feria jerezana son sus carteles taurinos. Y la particularidad tan jerezana de llegar tarde a los espectáculos. La culpa, la de siempre: «Quillo que hay mucho tráfico y no he podido aparcar»... Suena a otra trola feriante porque el buen hombre (y también las chicas) van con sendos vasos de rebujito, o de cubatas. Y así unos cuantos llegan tarde, vaso en mano, preguntando por tal o cual tendido. Y mucho roneo pijeril. Porque colar no se cuela nadie ni diciendo que eres el chófer de Morante –que se llevó todos los piropos antes de empezar la corrida–. La empresa vigila bien las entradas. Y también lo hace la Policía. Agentes de paisano velan porque los «sirleros» no amarguen la tarde a nadie sustrayendo bien una cartera bien un móvil, ahora incluso más apetitosos que la de Ubrique. Otros policías, uniformados y a caballo, realizan tareas de orden público.

Paseíllo económico. Para aquellos que la crisis económica o las visitas continuas a las casetas le han dejado ya tieso cuentan con una solución bastante rentable. Esperar que las figuras entren en la plaza e intentar hacerse una foto antes que suenen los clarines. No es que sea fácil captar a algunos de los diestros, ante la aglomeración que se forma, pero menos da una piedra y más si es gratis. Pero a la noria aún le quedan un par de vueltas.

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