MULTITUDINARIA. Los congregados soportaron durante toda la mañana las bajas temperaturas. / EFE
Sociedad

La Fiesta de la Familia reúne a un millón de personas

La Plaza de Colón se llenó para escuchar la homilía de Rouco Varela y el Ángelus del Papa, quienes recordaron que la educación de los niños es asunto de «padre y madre»

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El Papa Benedicto XVI y el cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, coincidieron ayer en afirmar que la educación de los hijos ha de estar en manos de «padre y madre» y en animar a las miles de familias presentes en la Santa Misa en la madrileña Plaza de Colón a permanecer unidas «a pesar de vivir tiempos tan críticos». Con una temperatura inferior a los diez grados y con pronóstico de lluvias, que finalmente no cayeron, cerca de un millón de personas -según fuentes de la organización- de todos los puntos de España celebraron la Festividad de la Sagrada Familia.

Globos, pancartas bajo el lema «La familia es solidaria, el Papa es solidaridad», paraguas con los colores blanco y amarillo de la bandera vaticana, y banderas españolas y de varias comunidades autónomas, completaron la estampa festiva de la Plaza de Colón, en la que, antes y después de la Misa, el Coro de la Almudena amenizó con villancicos.

En este contexto, el Papa invitó a los asistentes de Colón, desde el balcón del Apartamento Pontificio de la Plaza de San Pedro de Roma, en el marco del Ángelus por la Festividad de la Sagrada Familia, a que no dejen que «los lazos del amor se desvirtúen». Sin embargo, los problemas técnicos impidieron que los fieles de Madrid escucharan en directo las palabras del Pontífice, que fueron emitidas en diferido al término de la Eucaristía.

El Santo Padre hizo dos discursos: el primero en italiano, de cara a todos los fieles y peregrinos convocados en Roma, y, a continuación, otro en español, destinado a las «miles de personas» que se dieron cita en Madrid «en esta entrañable fiesta para orar por la familia y comprometerse a trabajar por ella, a favor de ella, con fortaleza y esperanza».

«Cómo no subrayar en estas circunstancias el malestar y el dolor causados por ciertas heridas a la familia que se amplifican», aseveró el Papa, para recordar en ambos discursos que Jesús fue educado «con inmenso amor» de padre, San José, y de madre, la Virgen María.

Por su parte, monseñor Rouco Varela, en la Homilía, suscribió las palabras del Pontífice, asegurando que los niños «necesitan de sus padres». «Necesitan del amor de un padre y de una madre para poder ser engendrados, traídos al mundo, criados y educados conforme a la dignidad que les es propia desde el momento en el que son concebidos en el vientre materno: la dignidad de personas, llamadas a ser hijos de Dios», agregó.

Insistió, además, en que la familia tiene que ser «una comunidad indisoluble de amor y de vida, fundada en la donación esponsal del varón a la mujer y de la mujer al varón y, por ello, esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos».

La «lacra» del aborto

En referencia al día de los Santos Inocentes, que se celebraba ayer, el arzobispo de Madrid aprovechó para denunciar «la crueldad del aborto», que a su juicio, es «una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso». «Ellos son los nuevos santos inocentes de la época contemporánea», aseveró.

Asimismo, alentó a los asistentes a sobrellevar las «dificultades» económicas, sociales, jurídicas, culturales, morales y espirituales que se «interponen en el camino de las familias», siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazareth, «siempre luminoso y siempre actual».

La moción de entrada, previa al comienzo del acto eucarístico, fue pronunciada por el iniciador y responsable del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, que dijo que «el objetivo de este acto es rezar por las familias de España, de Europa y del mundo». Durante su intervención, manifestó que el Papa les ha «animado a todos a dar testimonio público de fe».

Además, el sacerdote de Madrid y responsable de la Liturgia, Manuel González, tuvo palabras de recuerdo para las víctimas del accidente de avión del pasado mes de agosto en el aeropuerto de Barajas y pidió por «la paz, el final del terrorismo y el maltrato a las mujeres y a los niños». En su intervención también reclamó a los gobernantes mundiales que impidan que los países tengan niños soldados. A continuación, varias parejas, representando a distintos movimientos cristianos, subieron al altar para protagonizar las ofrendas.

En la Comunión, un total de 500 obispos, sacerdotes, seminaristas y demás ministros, dieron la Sagrada Forma a los fieles, desplazándose en furgonetas para acceder con más facilidad a todos los rincones y aledaños de la plaza. Al terminar el acto, varias familias coincidieron en calificar de «muy emotivo» el encuentro «por la asistencia multitudinaria y la llegada de familias procedentes de toda España». Asimismo, celebraron que la lluvia hubiera aguantado, «a pesar de un cielo muy gris y completamente encapotado».