OPINIÓN

Vaya injusticia

No valen las excusas ni las justificaciones después de lo que ha sucedido. No me sirve la manida historia de que el fútbol es muy injusto y que en esta ocasión le ha tocado al Cádiz. No se puede achacar este desastre a la mala suerte porque ayer la pelota no quisiera entrar y diera dos veces en el palo o porque Paz fallara el penalti decisivo cuando lo único que tenía que hacer era lanzarlo en condiciones. El Cádiz viene coqueteando con el descenso desde hace ya algún tiempo. El destino le ha concedido inmerecidas treguas que nos hacían pensar que podría salvar la categoría pero al final todo el esfuerzo y todas las ganas de la afición no han servido para que los responsables de este descenso despertaran de su letargo. Ni los jugadores ni los directivos han querido sacar esto adelante. Si no, no se habrían cometido tantos errores o por lo menos se habría rectificado a tiempo. Si pensaban que el Cádiz estaba vacunado contra el descenso a Segunda B, ya se han enterado todos de que no es así. Aunque hay quien piensa que eso es lo que querían. Ahora, otra vez al pozo, otra vez a sufrir lo indecible por subir a la División de Plata y a empezar de cero.

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Lo que más pena me da de esto es que hay mucha gente detrás de este Cádiz, demasiados aficionados de la ciudad, de la provincia, de fuera. Por todos ellos espero que a más de uno le dé vergüenza. Porque no es justo que una abuela pase un mal rato porque su nieto está llorando y no tiene consuelo. ¿Quién tiene la culpa? El fútbol no fue injusto con el Cádiz. El Cádiz fue injusto con su afición.