La afición abronca al equipo y los capitanes prometen «ir a muerte» ante el Nástic
Paz admite que hay jugadores que no están implicados y lamenta que «la situación se nos haya ido de las manos»
Actualizado: GuardarDefinitivamente, este Cádiz ha agotado la paciencia de todos. Primero acabó con la del presidente (tras la derrota en Chapín), luego con la del entrenador (tras el tropiezo en Ferrol) y ayer (tras el desastre en Vigo) se agotó la poca que le quedaba a la afición. La manita de Balaídos ha provocado que los seguidores más radicales del equipo se hayan visto en la obligación de exigir a los capitanes, en persona, una mayor implicación en este tramo final de la temporada.
Ocurrió ayer en Carranza. Cerca de 30 aficionados, pertenecientes en su mayoría al colectivo de Brigadas Amarillas, esperaban en las gradas de tribuna la llegada del equipo cadista proveniente de Vigo. La intención, además de abroncar al equipo por una nueva y nefasta imagen, era exigir un mayor compromiso.
Antes del entrenamiento, Fleurquin, Raúl López y Abraham Paz tuvieron salieron al encuentro de los aficionados para dialogar con ellos. Nada más pisar el césped, el trío de capitanes soportó con estoicidad una buena cantidad de insultos en representación de la plantilla. Raúl López fue el encargado de romper el hielo no sin antes pedir que se hiciera el silencio y se calmaran los ánimos. El jerezano abogó por «sacar esto entre todos» y pidió el apoyo de la afición porque «ahora es lo importante».
Los hinchas le agradecieron su presencia a los capitanes pero tenían claro quienes eran, a su juicio, los verdaderos culpables. «Vosotros sois los menos indicados para dar la cara. Queremos que salgan los 22, los que no valen un duro y se están cachondeando de nosotros. Son deplorables», espetaron.
Fleurquin intentó rebajar la atención. «Ya nos encargaremos nosotros o el club de decirles lo que tengamos que decirle a quien no esté rindiendo». Acto seguido, tomó protagonismo Abraham Paz, que acabó convirtiéndose en la voz cantante. «Nos gusta que vengáis porque sabemos que lo estáis sintiendo. Pero nosotros tampoco venimos riéndonos desde Vigo porque sabemos lo que está pasando», se escuchó decir al portuense entre un mar de voces. Fue precisamente de Paz de donde salieron las palabras más sinceras. El defensa se mostró cercano a los aficionados y lamentó que «la situación se nos haya ido de las manos pero será el presidente quien tome las medidas oportunas una vez acabe la temporada».
Momento tenso
También quiso concienciar a los aficionados de que los partidos no son fáciles. Y puso como ejemplo al Zaragoza, recién descendido a Segunda con un equipo hecho para Europa. A lo que tuvo que escuchar de boca de un aficionado que «sois los jugadores más mimados de Segunda porque pese a lo mal que lo estáis haciendo lleváis al estadio a 15.000 personas».
La conversación seguía acalorándose por momentos y los aficionados demandaban la presencia de Nano -«como lo tenga cerca se lleva un escupitajo mío», se oyó decir a un seguidor indignado con el gallego- y clamaban contra la falta de implicación de buena parte del equipo. Para frenar la ira de estos ataques, Paz trató de capear el temporal reconociendo que hay gente que no está implicada. «Lo sabemos y lo hemos hablado pero tampoco es plan de armar la marimorena». En esta línea, pidió tranquilidad porque «hay gente que esta presión no la puede aguantar».
La discusión fue tocando a su fin entre las promesas de los capitanes y las amenazas de algún seguidor que no dudó en decirles que «como no ganéis a ver cómo salís del estadio».
Al igual que fue Raúl López el encargado de abrir la discusión también la cerró con unas palabras con las que se ganó el respeto de los presentes. «Siempre os recibiremos porque es lo mínimo que os merecéis», dijo el defensa.
Los capitanes consiguieron pactar con los hinchas que guardasen respeto durante el entrenamiento que se celebró en Carranza. Algo que se consiguió en su gran medida aunque fue complicado no escuchar alguna crítica airada de algunos de los aficionados que optaron por quedarse en la grada.
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