El yihadismo ataca el centro turístico de Londres

Un cuarentón de apariencia asiática fue abatido tras matar a cuchilladas a un policía del Parlamento y arrollar a varios peatones con su coche.

Los servicios de emergencia se llevan al que parece ser el autor del ataque en el centro de Londres Stefan Rousseau
Luis Ventoso

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El día de dolor que las fuerzas antiterroristas esperaban desde agosto de 2014, cuando el Reino Unido entró en nivel de alerta «severa» por temor a un ataque islamista, llegó ayer, un año después de los dantescos atentados de Bruselas. Un cuarentón de apariencia asiática provocó el caos en Westminster , en el corazón de la democracia británica, una zona siempre atestada de turistas de todo el mundo. Primero arrolló con su vehículo 4X4 a una veintena de peatones del puente de Westminster, matando a dos. Después acuchilló hasta la muerte a uno de los policías que vigilan la entrada al Parlamento y fue abatido a tiros cuando intentaba atacar a un segundo agente.

Scotland Yard investiga el suceso como «un incidente terrorista» que ha dejado cuatro

muertos, incluido el agresor, y veinte heridos, algunos muy graves. La primera ministra, que se encontraba en el Parlamento en el momento del ataque, fue evacuada de inmediato a su cercana residencia del Número 10 de Downing Street tras escucharse cuatro disparos. El atentado llevó a reforzar de inmediato la seguridad el Palacio de Buckingham, donde se encontraba la Reina. Toda el área del Parlamento fue acordonada y evacuada al momento, con docenas de policías fuertemente armados, incluidos efectivos antiterroristas de los SAS. Los diputados permanecieron encerrados por seguridad en el Palacio de Westminster hasta pasadas las cinco de la tarde (seis en España).

A pesar de la traumática jornada que se vivió ayer, hoy se reanudará la actividad parlamentaria con normalidad, según anunció ayer a su bancada el jefe de la mayoría tory, David Lidington . «Business as usual», comentó un diputado, repitiendo el célebre aforismo inglés de que la vida continúa.

Pero costará olvidar el horror de ayer, sobre todo porque el terrorista se atrevió a desafiar con éxito la que tal vez es la zona más protegida policialmente de todo Londres, una de las más simbólicas junto con Buckingham y Trafalgar Square. Aunque sigue investigándose la posibilidad de que haya contado con colaboradores, por ahora se cree que el hombre cometió el atentado en solitario. Según la descripción de algunos testigos, sería un individuo en la cuarentena, de apariencia asiática, que vestía «una cazadora ligera, pantalón oscuro y camiseta».

Todo comenzó a las 2:40 de la tarde (una hora más en España), en una jornada que en el Reino Unido estaba marcada por la votación que un par de horas después se iba celebrar en el Parlamento escocés para reclamar un segundo referéndum de independencia (la sesión quedó suspendida tras el ataque, en solidaridad con la Cámara de Westminster).

Un Hyundai gris, un vehículo 4X4, tomó el puente de Westminster desde la orilla sur del Támesis, en dirección al Parlamento. Nada más entrar en el puente de Westminster, saltó el carril bici e invadió la acera, atropellando ya a un primer viandante. Luego aceleró a gran velocidad y fue arrollando a un total de veinte personas a su paso. Dos resultaron muertas, una de ellas una mujer, y otras sufrieron horribles daños. Entre los heridos figuran tres policías que venían de una ceremonia de conmemoración y tres colegiales francesas de un liceo, en viaje de estudios en Londres. Una mujer cayó al Támesis. Aunque un testigo aseguró que había una mancha de sangre en torno a ella, fue rescatada con vida y atendida de urgencia en el propio embarcadero bajo el puente.

La carrera de la muerte concluyó a unos cien metros de la torre del Big Ben, donde el coche se empotró contra la verja del Parlamento, para sorpresa de la atónita riada de personas que siempre transita por la zona. El capó del coche desprendía humo. En el desconcierto, se cree que el conductor aprovechó para acceder a la zona de entrada del recinto del Palacio de Westminster. Allí, en la entrada del Parlamento, hay siempre un retén de policías, con el uniforme clásico de los bobbies ingleses. El atacante sacó un cuchillo, de hoja de ocho pulgadas según algunos testigos, y apuñaló a uno de los agentes, que perdió la vida. «Lo vi apuñalando al policía en la parte de atrás de la cabeza y el cuello» , contó un joven que contempló el crimen, Pat McCornack, de 21 años.

Acto seguido, el agresor intentó acuchillar a un segundo agente, pero tras un grito de alerta fue abatido, se cree que con cuatro tiros. El sonido de los disparos provocó una enorme tensión, con los paseantes corriendo despavoridos por la zona. La policía armada entró al interior de los Comunes, en un día de mucha asistencia, porque tocaba la sesión de control a la primera ministra, y demandó a los diputados que se encerrasen en sus oficinas. May fue llevada a su Jaguar blindado por agentes de paisano y trasladada a Downing Street.

La víctima y su asesino recibieron los primeros axulios en la propia calzada que conduce desde la verja a los edificios del Parlamento. Los intentos de salvarlos resultaron infructuosos. En esos momentos destacó la presencia de Tobías Ellwood , un secretario de Estado del Foreign Office, antiguo militar, que trajeado y con la frente ensangrentada intentaba reanimar al policía malherido mediante el boca a boca. Ellwood perdió a su hermano en los atentados de 2012 de Bali.

Respuesta extraordinaria

La respuesta policial y médica fue extraordinaria, no en vano la protección del Parlamento es uno de los ejercicios antiterroristas más ensayados. La zona se llenó de inmediato de ambulancias y efectivos armados. Una ambulancia médica aterrizó en Parliament Square, la plaza de césped frente al Parlamento, para trasladar al hospital a las víctimas más graves. La médico de prácticas Collen Anderson, que atendió a algunas en el Hospital St. Thomas', comentó que había casos de «heridas catastróficas» por el atropello del puente.

La estación de metro de Westminster y los servicios de transporte fluvial de la zona se cerraron. En el resto de la ciudad se observaba un pulso más o menos normal, aunque con enorme atención a la noticia. A media tarde, Theresa May reunió en el Número 10 al gabinete COBRA de emergencias y trasladó su solidaridad a las familias de las víctimas por el «espantoso incidente». La premier recibió mensajes inmediatos de solidaridad de los mandatarios de Francia y Alemania, entre otros. El primer ministro francés, Bernard Cazaneue, ofreció «toda nuestra ayuda y solidaridad a nuestros amigos británicos».

Por desgracia, un atentado en Londres era algo esperado. La Policía ha evitado trece en menos de cuatro años y ha llegado a trabajar en 500 investigaciones antiterroristas a la vez.

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