El viaje a ninguna parte de la negociación con Maduro

La MUD rechaza volver a un diálogo que solo sirvió para que el líder chavista ganara tiempo y se desinflaran las protestas

Imagen de una reciente movilización contra el Gobierno venezolano en Caracas REUTERS
Guillermo D. Olmo

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El diálogo político está roto en Venezuela . Como tantas otras cosas en un país que se asoma al abismo. Las últimas conversaciones formales entre el Gobierno y la oposición, iniciadas en octubre de 2016 con una mediación internacional de alto nivel, solo sirvieron para que el presidente Nicolás Maduro ganara tiempo y burlara los plazos para la convocatoria del referéndum revocatorio. Las fuerzas opositoras agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), escarmentadas, no están ahora dispuestas a repetir su error. «Se dieron cuenta de que lo único que hizo el diálogo fue enfriar las protestas en las calles», señala el periodista y empresario Emilio Materán, director de los diarios «La Voz» y «La Región». Por eso, aseguran desde la MUD, esta vez no cejarán hasta doblar el pulso del chavismo y hacerse con el timón de una nación en caída libre.

Con enfrentamientos y muertos a diario—el último balance es de 59—, el bloqueo persiste y la situación es cada vez más explosiva. Volver a sentar a ambas partes en la mesa de negociación parece una utopía. La última vez que lo que la MUD denunció como «un experimento de diálogo» dio señales de vida fue a finales de enero, cuando el grupo de mediadores publicó un documento que pretendía contener las bases para «un nuevo acuerdo de convivencia democrática», un ambicioso enunciado que no encerraba más que una retahíla de genéricas buenas intenciones y no arrancaba ningún compromiso del Gobierno, al que la oposición reclama elecciones presidenciales de inmediato y la libertad de los activistas presos. La MUD replicó que no volvería a negociar y denunció las malas artes del Ejecutivo.

«Los mediadores actuaron al servicio de Maduro y jugaron con las expectativas del país»

Carlos Vecchio

Los opositores se sintieron engañados y traicionados en aquella tentativa, cuyo fracaso nadie ha declarado oficialmente pero de la que parecen haber desistido incluso sus más relevantes valedores, como el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero . Junto a él, el expresidente panameño, Martín Torrijos; el dominicano, Leonel Fernández; el exsecretario general de Unasur, Ernesto Samper; y el enviado personal del Papa Francisco, monseñor Aldo Giordano, se implicaron en unas conversaciones que no fueron a ninguna parte. Carlos Vecchio, dirigente del partido Voluntad Popular expatriado en Miami, les lanza reproches en conversación telefónica con ABC: «Los mediadores actuaron al servicio de Maduro y tienen una responsabilidad directa en las muertes que se están produciendo, porque jugaron con las expectativas del país».

La MUD ya no se presta

Maduro se sigue diciendo dispuesto a negociar, pero los antichavistas ya no se creen nada. El presidente ha convocado una comisión nacional para el proceso constituyente que se ha inventado como remedio a la crisis. Las únicas fuerzas de oposición que asistieron a esas reuniones son formaciones residuales como el Movimiento al Socialismo, que no representa más que a unos pocos millares de electores. La MUD se niega a legitimar con su presencia el último artificio de Maduro para seguir encastillado en Miraflores y liquidar las garantías constitucionales aún en pie.

«Maduro busca hacernos perder tiempo y desmovilizar a la gente»

Freddy Guevara

Lo expresó claramente la semana pasada el vicepresidente primero de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara: «Ese diálogo que busca Maduro es para hacernos perder tiempo, ganar legitimidad y desmovilizar a la gente». No quedan resquicios, pues, para más maniobras dilatorias del presidente. Guevara y los suyos están convencidos de que el régimen chavista se encuentra en su «etapa final» y están resueltos a mantener la presión en la calle hasta que las fisuras que ya se aprecian en el bloque oficialista terminen de arrinconar al presidente o la violencia permanente obligue al Ejército a dar un paso al frente, algo que han reclamado reiteradamente voces tan destacadas como la de Leopoldo López Gil, padre del encarcelado Leopoldo López.

Pero no es esta la primera vez que los opositores anuncian su inminente defunción y, pese al rampante deterioro del país, el régimen no cede. El analista Luis Vicente León, presidente de la prestigiosa encuestadora Datanálisis , tiene claro que ninguno de los dos bandos enfrentados tiene fuerza para imponerse al otro. «La negociación política no es popular, ni fácil, ni agradable, ni justa. Lo que es es indispensable», tuiteó el pasado viernes. El problema es cómo se negocia con un líder que no busca más que su propia supervivencia y cuya cultura política se forjó como duro sindicalista del transporte.

Y mientras, como describe Materán, los venezolanos de a pie viven una situación de «normalidad interrumpida», en una escalada de violencia para la que no se atisba el final y que provoca situaciones de auténtica ansiedad: «Cada mañana tengo que confirmar por whatsapp con los padres de otros niños si el camino a la escuela de mi hijo es seguro ese día». Así se vive en un país partido por la mitad.

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