Trump: «Las filtraciones son reales, las noticias son falsas»
Primera rueda de prensa del presidente, en la que amenaza a los periodistas y promete encausar a los que revelan información confidencial
De no ser por el sello presidencial, con su águila sobre fondo azul oscuro, en el atril desde el hablaba ayer, se podría pensar que Donald Trump todavía estaba en campaña. El presidente de EE.UU. recuperó el tono combativo, electrizante de las primarias republicanas. Fue una conferencia de prensa prevista para anunciar el nombre de su nuevo nominado a secretario de Trabajo, pero acabó en un intercambio de una hora y cuarto con los periodistas en el que Trump se enfrentó a los diferentes escándalos que han marcado los primeros pasos de su presidencia, que todavía no ha cumplido ni un mes: la derrota judicial de su veto migratorio, la dimisión de su asesor de seguridad Michael Flynn y, sobre todo, las conexiones con Rusia.
La tesis principal del presidente es que su Administración funciona como «una máquina perfectamente engrasada» y que los escándalos que le rodean se deben al mal perder de los demócratas , a filtraciones «criminales» y a una prensa con la que, como ya dijo nada más jurar su cargo, «está en guerra».
A Trump hay que reconocerle que admitió preguntas de todos los medios, también de esos que le han atacado sin descanso y los que él se harta de calificar como «prensa falsa».
Una herencia desastrosa
«Nunca un presidente ha hecho tanto como yo en tan corto periodo de tiempo», dijo Trump
Pero antes de abrir el turno de preguntas, desempolvó el traje de campaña y regaló una especie de mitin político desde la Casa Blanca -mañana protagoniza otro de verdad en Florida, algo inusual para alguien que ya ha ganado las elecciones y lleva semanas en el poder- en el que insistió que había llegado «para cambiar un sistema quebrado» y protestar porque había heredado «un desastre, tanto en casa como en el extranjero». Aquí combinó su discurso apocalíptico de las elecciones, con aroma populista -«tendremos un ejército como nunca», «nos estamos convirtiendo en un país infestado de droga», «acabaremos con la hemorragia de empleos»-, con un repaso a los logros que ha conseguido en las cuatro semanas en el poder: «Nunca un presidente ha hecho tanto como yo en tan corto periodo de tiempo», dijo. Pero al enumerarlos, fue una lista más de objetivos que de hechos : acabar con las regulaciones, construir el muro, fortalecer la frontera con México, acabar con la corrupción…
Aprovechó el repaso para golpear a cada paso a la prensa, cuyo «nivel de deshonestidad está fuera de control» y que no defiende «a la gente» sino a «intereses especiales».
Avalancha de preguntas
En el turno de preguntas, se calzó los guantes de boxeo y se acorraló en su esquina ante la avalancha de preguntas sobre los escándalos relacionados con Rusia. Aquí se vio el abanico de personalidades que despliega Trump: iracundo en ocasiones, chistoso en otras, interpelaba a los periodistas en medio de las preguntas, bromeaba sobre su afiliación o caía en el esperpento.
Su explicación sobre la dimisión de su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, fue confusa. «No hizo nada malo, solo hizo su trabajo», explicó antes de justificar su fulminación porque «no le dijo los datos al vicepresidente [Mike Pence]. Y después no se acordó de ello. Eso no fue aceptable para mí». Flynn mantuvo conversaciones con Rusia sobre las sanciones que le impuso Barack Obama. Flynn lo negó a la prensa, así como a Pence, inducido por lo que le contó el asesor del presidente. Una información de The Washington Post acabó por desmontar el engaño, y Trump le hizo dimitir.
Trump se mostró furioso -como ha dejado claro en los últimos días desde Twitter- con las filtraciones que aquejan a su presidencia y a su recogida por medios que él considera enemigos. Esta semana, The New York Times y CNN revelaron que altos miembros de la campaña de Trump tuvieron contactos frecuentes con la inteligencia y el Gobierno de Rusia antes de las elecciones. «Podéis hablar todo lo que queráis sobre Rusia, son verdades inventadas, son todo noticias falsas», recriminó antes de decir que la prensa y quienes filtran las informaciones -miembros de la actual y la anterior Administración- deberían estar avergonzados .
Explicaciones rocambolescas
Dio explicaciones tan rocambolescas como asegurar que «las filtraciones son reales» pero «las noticias son falsas». Hasta cuatro veces tuvieron que preguntar los periodistas si él supo de cualquier contacto de personas de su campaña con miembros de la inteligencia o del Gobierno de Rusia. Evitó contestar de forma directa para decir que el diario neoyorquino está en quiebra y que él no tiene propiedades en Rusia, ni ha estado en operaciones en Rusia , ni conocía a Vladimir Putin. Ante la insistencia, concedió un «no, que yo sepa» sobre la existencia de esos supuestos contactos.
Trump celebró durante la campaña las filtraciones que perjudicaron a Hillary Clinton -y que ahora la inteligencia de EE.UU. cree que fueron obra de Rusia, con el objeto de favorecer la victoria del republicano- y llegó a gritar «¡Me encanta Wikileaks!», tras una de las revelaciones. Ahora dice que es distinto, porque las que le afectan a él se trata de información «clasificada» y ha prometido perseguir a los filtradores a los que en Twitter, pocas horas antes de la conferencia de prensa, calificó de «gentuza»: «¡Los atraparemos!», dijo. En la rueda de prensa, informó de que había ordenado al Departamento de Justicia que iniciara una investigación sobre las filtraciones.
Trump pareció ver una realidad distorsionada al referirse a l veto migratorio que aprobó a finales de enero . Aseguró que se puso en funcionamiento de una forma «fluida», aunque causó protestas en todo el país y una avalancha de demandas, sufrió cambios sobre la marcha sobre a quién afectaba y, finalmente, fue bloqueado por dos veces por los tribunales. «Es una mala decisión judicial», reprochó, antes de asegurar que, mientras pelean en los tribunales, volverá a la carga la semana que viene con otra orden ejecutiva «nueva y muy completa» para «proteger a nuestra gente». No ofreció detalles sobre el alcance de este nuevo decreto presidencial.
Trapiés
En su comparecencia, en la que dijo estar pasando «un buen rato», le dio tiempo para sufrir algún traspiés, como cuando dijo que su victoria en el Colegio Electoral en las elecciones era la mayor desde Reagan. Un periodista aprovechó para recordarlo que otros presidentes -Obama, George H.W. Bush- obtuvieron triunfos mucho más amplios a los que Trump se justificó con un «me lo han puesto aquí», mientras señalaba a un papel en su atril. También se llegó a quejar de que los periodistas no le llamaban para comprobar sus informaciones -¿lo diría en serio?- antes de publicar sus «noticias falsas». No le va a parar de sonar el teléfono.
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