Qatar, dispuesto a alejarse de Irán para acabar con el bloqueo

Para Arabia Saudí es una condición indispensable si desea restablecer relaciones

ALICIA ALAMILLOS

Tras una semana de tira y afloja entre Qatar y Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, el pequeño emirato del Golfo parece haber cedido a las demandas de los aliados árabes y estaría «dispuesto a cooperar» para salir de la peor crisis diplomática en el área desde la invasión de Kuwait. «Qatar está dispuesto a entender los escrúpulos y las preocupaciones de sus hermanos árabes», aseveró ayer el ministro de exteriores kuwaití y mediador, Sabah al Jalid al Sabah.

Antes de levantar el bloqueo sobre su hasta ahora aliado Qatar, estos países árabes han insistido en la vuelta de Doha al redil del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con «garantías» de un cambio en su política exterior, el cese de financiación y apoyo a grupos terroristas como los Hermanos Musulmanes y Hamás y su rechazo expreso a Irán.

«(Levantaremos el bloqueo) si el Gobierno de Doha cambia su política y se distancia de Irán, país que actúa en contra de los países del Golfo para dominarlos», señaló el ministro de Exteriores de Bahrein, Jalid bin Ahmed Al Jalifa, al periódico 'Al Sharq al Awsat’. Para los representantes diplomáticos del Golfo, Irán es, especialmente tras el acuerdo nuclear y levantamiento de las sanciones firmadas con Estados Unidos, «la amenaza más peligrosa para la región». La ambigüedad o incluso cordialidad de Doha con Teherán habría levantado asperezas en el poderoso reino vecino Arabia Saudí, en un momento en el que la centenaria rivalidad entre suníes y chiíes alimenta la lucha política por la hegemonía en la región.

Frente a la cada vez más agresiva política exterior de Arabia Saudí, el pequeñísimo emirato de apenas 11.500 kilómetros cuadrados intentó seguir el camino de la independencia por expreso deseo del anterior emir Hamad bin Jalifa Al Thani, que llegó al trono catarí tras un golpe de Estado de palacio en 1995. Qatar eligió el papel de mediador – introducido en su constitución de 2003- para asegurarse esa relevancia en el tablero regional: medió en la liberación de 13 monjas libanesas secuestradas por milicianos en Malula (Siria), y entre el Gobierno libanés y Al Nusra (afiliado a Al Qaida) o Daesh por la liberación de varios soldados y policías secuestrados por los yihadistas. En la “primavera árabe” apoyó a grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes y apuntaló a la cadena internacional Al Jazeera como una de sus mayores armas de “soft power” internacional. Los millonarios ingresos de la venta del gas licuado, del que es el máximo exportador a nivel mundial y cuenta con las terceras mayores reservas del mundo (estimadas en 25 billones de metros cúbicos) le permitieron sostener esa política de mediación y pago de rescates.

Según informaciones desveladas por el diario Financial Times, Qatar habría pagado un rescate de hasta 1.000 millones de dólares a la Guardia Revolucionaria iraní, milicias chiíes y la exfilial siria de Al Qaeda por la liberación de 26 cataríes -entre ellos miembros de la familia real- secuestrados en Irak en 2015. “El Gobierno catarí se ha convertido no sólo en partidario, sino también en defensor de Irán, un régimen que exporta y financia el terrorismo en toda la región, y desestabiliza países, como Libia, Líbano, Yemen e Irak”, declaró el ministro de Estado emiratí Ahmed al Yaber en una entrevista a agencias. Para los aliados árabes, Qatar habría apoyado implícita o explícitamente a grupos chiíes como el libanés Hizbulá, los rebeldes hutíes en Yemen (contra los que Arabia Saudí encabeza una campaña militar) y milicias subversivas en Bahréin, país de mayoría chií gobernada por una minoría suní.

La rivalidad entre suníes y chiíes, ramas del islam enfrentadas desde casi los comienzos de esta fe, se ha exacerbado en la última década tras los conflictos en Irak y Siria, la propaganda yihadistade grupos como Daesh y la utilización política de las dos grandes potencias que se disputan la hegemonía en Oriente Medio: Irán y Arabia Saudí. El activo papel de Irán o milicias chiíes en Siria e Irak, que redibuja el equilibrio de poder de la región, revive el espectro de un “cinturón chií” de Teherán al Líbano. “Este bloqueo a Qatar está pensado para aislar, para aplastar su independencia y conseguir que se pliegue a la política de Arabia Saudí”, sostiene a este diario un diplomático extranjero en Qatar, pidiendo mantener el anonimato.

Mientras Arabia Saudí y sus aliados árabes retiraban sus embajadores de Teherán tras la decapitación del clérigo chií Nimr al Nimr, Doha trató de mantener buenas relaciones con su vecino persa. Ambos países comparten una gran bolsa submarina de gas, de cerca de 9.700 kilómetros cuadrados.

Ante la escasez de productos básicos a la que se enfrenta Qatar si el bloqueo se eterniza –este país importa casi el 90% de sus alimentos-, Irán comenzó el domingo el envío diario de cinco aviones cargados de 100 toneladas de frutas y vegetales. Según declaraciones del Gobierno qatarí, que también ha recibido con los brazo abiertos el despliegue de tropas adicionales turcas para mantener “la seguridad nacional”, Qatar aguantará el bloqueo de sus vecinos. “Qatar no se rendirá nunca a la presión aplicada por sus vecinos árabes, y no cambiará su política exterior independiente para resolver disputas que han empujado al abismo a la región”, respondió el pasado jueves el ministro de Exteriores catarí, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani en una entrevista con Al Jazeera.

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