Ganar la Casa Blanca con 140 caracteres

Cada vez es mayor la trascendencia política de los mensajes publicados en Twitter

Donald Trump ha destacado por sus maneras estridentes a la hora de utilizar Twitter AFP
Bernardo Álvarez-Villar

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Los continuos exabruptos de Donald Trump a través de Twitter ya no son molestos solamente para la prensa, los mexicanos o los demócratas, sino que han empezado a irritar también a sus propias filas . No resulta fácil defender a un presidente que se burla a través de Twitter de una presentadora de televisión por «sangrar abundantemente a causa de un lifting», como ha hecho Trump hace pocos días refiriéndose a Mika Brzezinski.

Figuras de peso en el Partido Republicano manifestaron su desacuerdo con el uso retorcido y soez que hace el presidente de la red social . No son los únicos: un estudio de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut) publicado en enero revela que el 64% de los estadounidenses quiere que Trump cierre su cuenta personal en Twitter.

Los republicanos, ahora escandalizados por los desafueros de su líder en la red, parecen olvidar lo decisivos que fueron los 140 caracteres en la batalla por la Casa Blanca. El propio Trump así lo ha reconocido en varias entrevistas, la última concedida a Financial Times en abril, en la que declaró que «sin los tuits, no estaría aquí» .

El secretario de comunicación de la Administración Trump, Sean Spicer , ya advirtió del carácter estratégico de Twitter para un presidente enemistado con toda la prensa tradicional . George Lakoff, profesor de Lingüística en la Universidad de California y estudioso del uso político del lenguaje ha llamado la atención sobre la capacidad de Trump de marcar la agenda informativa escribiendo cualquier ocurrencia en su Twitter a primera hora de la mañana.

Para Lakoff, un ejemplo palmario fue cuando en marzo de este año, viéndose Trump cercado por la investigación de sus relaciones con el Kremlin, acusó a Obama en una serie de tuits de haber pinchado sus teléfonos durante la campaña electoral . A pesar de no tener pruebas para sustentar su acusación, consiguió que el escándalo, que él mismo comparó con el Watergate que le costó la presidencia a Nixon, copara el debate público durante varios días.

Diplomacia tuitera

La revolución digital ha alcanzado también a las relaciones internacionales y ha hecho de Twitter el canal de comunicación predilecto para jefes de Estado y ministros , por encima de otras redes sociales como Facebook o Instagram.

En 2012 comenzó la publicación anual de Twitplomacy, un estudio que analiza las implicaciones del uso de los 140 caracteres en la diplomacia internacional, la comunicación política y la relación de los ciudadanos con sus líderes. En el informe de 2017 ya se contabilizan 276 jefes de gobierno y ministros de relaciones exteriores de 178 países que utilizan Twitter.

Los autores del estudio destacan que, entre los gobernantes del G20, todos excepto uno utilizan Twitter. También seis de los miembros del G7 tienen presencia en la red social. La ausente en ambos casos es la canciller alemana Angela Merkel.

El mandatario mundial que más seguidores acumula es el Papa Francisco , con 33 millones repartidos en sus nueve cuentas oficiales en distintos idiomas. El segundo lugar lo ocupa el perfil personal de Donald Trump, seguido por 30 millones de usuarios, de los cuáles se calcula que en torno al 51% son perfiles falsos. Casi empatado con el inquilino de la Casa Blanca está Narendra Modi, primer ministro indio, con solo unos miles de seguidores menos.

La inmediatez que proporciona Twitter, así como la alta audiencia que permite alcanzar en poco tiempo, ha hecho que esta red social se convirtiese en un factor político de primer orden en situaciones críticas . Un claro ejemplo fue lo acontecido durante el golpe de Estado en Turquía del que esta semana se cumple un año.

Una vez que los militares rebeldes se hicieron con el control de la radio y la televisión, al presidente Erdogan no le quedó otra que recurrir a un tuit para comunicarse con la ciudadanía : «Llamo a nuestra nación a ir a aeropuertos y plazas para defender nuestra democracia y nuestra voluntad nacional».

Y fue precisamente esa movilización convocada la que acabó haciendo fracasar la intentona golpista contra un presidente que promulgó leyes para imponer la censura digital durante las protestas de 2013 y calificó Twitter de «fuente permanente de problemas» y «amenaza para la sociedad».

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