Donald Trump pierde fuelle en los estados decisivos

A tres meses de las elecciones, Hillary Clinton gana ventaja en los «estado bisagra», aquellos que inclinan el resultado, y avanza en territorios de dominio republicano

JAVIER ANSORENA

En Nueva York , ir a las urnas el próximo 8 de noviembre es un trámite de decencia democrática: es casi imposible que el resultado sea otro que una victoria demócrata. Lo mismo se puede decir para algunos estados republicanos de la ‘América profunda’, como Oklahoma o Kansas. Sin embargo, en condados como Hillsborough (Florida), Forsyth (Carolina del Norte) o Hamilton (Ohio), el voto puede ser un acto decisivo para determinar si Hillary Clinton o Donald Trump llegan a la Casa Blanca.

Las elecciones presidenciales se juegan un un puñado de estados donde el signo del voto no está decidido. Con la excepción de Maine y Nebraska, los estados otorgan todos sus electores -los delegados que eligen en última instancia al presidente en el llamado Colegio Electoral- al ganador del voto popular en cada estado . Es decir, si Trump consigue el 50,1% de los votos en Florida, se lleva los 29 electores que le corresponde al estado. Los candidatos necesitan conseguir 270 electores -de un total de 538- para ganar la elección.

El sistema hace que los estados donde hay más igualdad -denominados ‘estados bisagra ’- puedan inclinar la elección hacia uno u otro lado por una escasa diferencia de votos. Por eso, a Clinton y a Trump no se les espera en California (demócrata) ni en Dakota del Sur (republicana) de aquí a noviembre. Destinan todos su recursos financieros y se patean cada pueblo de Pensilvania, New Hampshire o Virginia.

Incluso hay cálculos que aseguran que la elección está en manos de dos millones de votantes en siete condados clave de ‘estados bisagra’, frente a los cerca de 241 millones de personas en edad de voto.

La novedad este año es que ese campo de batalla se transforma. La campaña polarizante de Trump está permitiendo a Clinton ganar presencia en estados donde antes era muy difícil que pudiera considerar una victoria -como Arizona y Georgia- y está ganando mucha ventaja, tanta como en estados tradicionalmente demócratas, en lugares antes muy disputados, como Virginia o Colorado.

Este es un repaso a la situación en cada "estado bisagra":

Arizona

Desde la elección de Harry Truman, en 1948, Arizona siempre ha votado republicano en las elecciones presidenciales, con la excepción del segundo mandato de Bill Clinton. El peso de la población hispana lo convierte en esta cita en ‘estado bisagra’, como demuestra que la campaña de Clinton ha decidido aumentar los recursos para la campaña. La reelección de su senador John McCain también correrá peligro.

Carolina del Norte

Uno de los estados donde los candidatos acuden casi cada semana para hacer campaña, Carolina del Norte cambió su tradicional voto republicano en 2008 con Obama, pero volvió a ser conservador en 2012 con Romney. Cualquier camino a la Casa Blanca para Trump pasa por conseguir una victoria aquí, aunque de momento las encuestas no le favorecen.

Colorado

Quizá habría que empezar a cuestionar la categoría de bisagra para Colorado, un estado que votó a Obama en 2008 y 2012 y que este año se inclina sin remedio hacia Clinton. Hay encuestas que dan ventajas de dos dígitos a la candidata demócrata.

Florida

La pieza más deseada de los "estado bisagra", ya demostró que puede decidir unas elecciones en las de 2000, cuando dio la victoria a George Bush frente a Al Gore por un puñado de votos. De los que están en disputa, es el estado que más electores otorga, con 29. Trump, que tiene muchos negocios dispersados por el estado, está haciendo grandes esfuerzos aquí, y la distancia es mínima entre ambos candidatos.

Georgia

Otro estado tradicional republicano que en estas elecciones estará disputado. La campaña de Clinton ha movilizado recursos no previstos ante la posibilidad de que haya un vuelco. El aumento de votantes negros registrados para esta elección podría poner las cosas difíciles a Trump.

Iowa

Tiene poca importancia para la elección de presidente, pero aquí los demócratas también se juegan un puesto en el Senado. La alta población blanca de clase media favorece a Trump, aunque por el momento la situación es de empate.

Michigan

Los últimos días han demostrado la importancia de este estado del cinturón industrial en la carrera a la Casa Blanca: ambos candidatos lo eligieron para presentar sus planes económicos. El estado a votado demócrata en las elecciones desde el primer mandato de Bill Clinton, en 1992, pero siempre se le considera volátil. Por ahora, Clinton mantiene una ventaja cómoda.

Nevada

Es uno de los pocos "estados bisagra" donde Trump aguanta el tirón. La demografía -con importante presencia mormona e hispana- no le favorece, pero sí lo hace el bajo nivel educativo de la población blanca (es el número 46 de los 50 estados en porcentaje de población con título universitario). Clinton goza por el momento de una mínima ventaja.

New Hampshire

De los estados en disputa, es el de menor peso, con solo cuatro electores. Además de que suele caer de lado demócrata, Trump ha complicado su popularidad en el estado tras protagonizar una refriega con Kelly Ayotte, la senadora republicana del estado y que se juega su reelección este noviembre.

Ohio

Desde la Segunda Guerra Mundial, no hay candidato republicano que haya ganado las elecciones sin llevarse Ohio, con la excepción de Kennedy en 1960. Si las encuestas aciertan, Trump se aleja de la Casa Blanca.

Pensilvania

“Si ganamos Pensilvania, ganamos”, dijo este viernes Trump desde Erie, una localidad de este estado clave. La campaña republicana tiene muchas esperanzas puestas aquí, a pesar de que Pensilvania ha votado demócrata en las últimas seis elecciones presidenciales. Trump tiene buenas perspectivas en el Oeste del estado, más conservador, pero necesita remontar con fuerza en los suburbios de Filadelfia, que normalmente deciden el signo del resultado. Clinton, cuyo partido celebró aquí su convención para ganar influencia, lleva de momento una ventaja cómoda.

Utah

Nunca ha sido un "estado bisagra", sino claramente republicano. La última vez que votó demócrata fue a Lyndon B. Johnson en 1964. Pero Trump tiene un grave problema: no conecta con la amplia e influyente población mormona del estado. Ya le ocurrió en las primarias, donde perdió con rotundidad frente a Ted Cruz. A eso se le suma el problema de que Gary Johnson, el candidato del partido libertario, apunta a arañar muchos votos en Utah y que un republicano "anti Trump" -mormón y de Utah- ha lanzado una candidatura para hacer frente al multimillonario.

Virginia

No es casualidad que Tim Kaine, el elegido como vicepresidente en el ticket de Clinton, sea senador por Virginia. Como en Colorado, aquí la ventaja de Clinton en las encuestas es de dos dígitos, una distancia que no se esperaba al comienzo de la carrera electoral. Incluso la campaña de Clinton y una de las principales Super PAC han decidido dejar de pagar anuncios en televisión por el momento para centrar recursos en otros estados con más competencia.

Wisconsin

Trump regresa este martes a hacer campaña en Wisconsin, un estado cuya condición de bisagra está en duda: Clinton goza de ventajas cercanas a los dos dígitos en las encuestas. La esperanza para Trump es movilizar a tres condados conservadores que han levantado en otras ocasiones las elecciones para los republicanos.

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