Bélgica levantará la prohibición de las redadas durante la noche

La Comisión de Lucha contra el Terrorismo del Parlamento Belga aprobó ayer, por unanimidad, el proyecto de ley que autoriza los registros domiciliarios durante la noche y la creación de bases de datos comunes para las distintas policías y servicios de seguridad del país. Se trata de medidas que ya se pusieron sobre la mesa después de los atentados de noviembre en París , pero que no se han aprobado hasta que los terroristas han acabado por provocar una masacre también en Bruselas.

En Bélgica la Policía no puede entrar en un domicilio entre las 9 de la noche y las 5 de la mañana , salvo en caso de flagrante delito o tráfico de drogas. Lo que se ha aprobado es extender las excepciones al terrorismo y la asociación de malhechores, de modo que no vuelva a pasar lo que ya sucedió cuando la Policía buscaba en Molenbeek al superviviente de los atentados de París, Salah Abdeslam, quien logró escapar al menos una vez . La comisión ha aprobado también la creación de bancos de datos unificados de sospechosos de tener vínculos con el terrorismo y de organizaciones que se consideran «agentes» yihadistas. Inevitablemente, la sensación de los diputados era que tanta diligencia -los dos textos se aprobaron casi automáticamente- ha llegado tarde para las víctimas.

También llega tarde la investigación sobre las distintas incógnitas que siguen sin respuesta en la acción policial y sobre la que los ministros de Interior, Jan Jambon, y de Justicia, Koen Geens, informaron a puerta cerrada ante la comisión especial de asuntos policiales y de servicios de espionaje. Entre otras cosas, probablemente se mencionó el hecho de que hasta el Gobierno de Holanda estaba al corriente de las intenciones de los hermanos Bakraoui , que se hicieron estallar el 22 de marzo en los atentados.

El ministro de Justicia holandés, Ard van der Steur, ha reconocido en una respuesta parlamentaria que los servicios de información de su país fueron informados por el FBI estadounidense de los antecedentes criminales de los dos hermanos Bakraoui, seis días antes del ataque, y que un día después informaron de ello a las autoridades belgas, que de todos modos para entonces ya les habían perdido la pista. De poco sirvió la información. Ibrahim, que se suicidó en el aeropuerto de Zaventem, había sido expulsado de Turquía con la «etiqueta» de combatiente yihadista potencialmente peligroso en el verano de 2015, pero el proceso administrativo para su control por parte belga no funcionó y el terrorista regresó a Europa, a través de Holanda, sin ser molestado.

La intervención del FBI estadounidense suscita también incógnitas que no se han aclarado todavía. La principal de ellas no es si informaron también a sus colegas belgas, sino ¿ de dónde obtuvieron ellos la información si no es de los propios órganos policiales belgas?

En fin, este país tiene ante sí un triste periodo de reflexión y autocrítica. Al fin y al cabo, ayer estaban exactamente en el mismo sitio que después de los atentados. Buscando a una o dos personas, de las cuales solo pueden tener ciertos indicios de uno de ellos, el conocido como «hombre del sombrero», porque el sospechoso que fue detenido acusado de ser este enigmático personaje, Faisal Cheffou, ha demostrado tener una coartada. Y lo increíble es que hubiera bastado con comprobar esa circunstancia antes de ordenar su detención para evitar este nuevo ridículo.