Anders Breivik realiza el saludo nazi al entrar al juicio
El fiscal noruego defiende las condiciones de aislamiento del terrorista que asesinó a 77 personas
Como en pasadas ocasiones, Anders Breivik , el extremista noruego que asesinó el 22 de julio de 2011 a 77 personas , hizo su entrada en la sala de juicio sin esposas, con traje oscuro y corbata, escoltado por cuatro guardias y realizando el saludo nazi. El juez Øystein Hermansen recriminó su actitud a Breivik, que apareció con barba y un semblante serio, y le pidió que se abstuviera de realizar gestos similares durante el resto del proceso. «Ese comportamiento es un insulto a la dignidad de este tribunal», ha dicho el magistrado.
«Ese comportamiento es un insulto a la dignidad de este tribunal», le ha dicho el magistrado
Dio comienzo así en el gimnasio de la prisión de Skien la vista de la apelación presentada por el estado noruego contra la sentencia que en abril del pasado año le condenó por mantener al reo en unas condiciones penitenciarias inhumanas. El fiscal general, Fredrik Sejersted fue el primero en realizar su exposición en la que describió cómo funcionan el régimen de aislamiento penitenciario al que está sometido el terrorista y el control de su correspondencia y señaló que sigue siendo un extremista peligroso que debe ser tratado como tal, ya que sus convicciones ideológicas se mantienen intactas. Es, en palabras del fiscal, una forma de «proteger a la sociedad y prevenir nuevos actos criminales». Además, defendió que no existe violación alguna de sus derechos humanos y que sus condiciones de detención son respetuosas, y puso como ejemplo que, desde el otoño, mantiene contactos telefónicos con una mujer y se reúne con un sacerdote una vez por semana.
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Anders Behring Breivik , de 37 años, dispone de un espacio de 30 metros cuadrados compuesto por tres celdas en la prisión de Skien, donde se celebra el juicio. Tiene un ordenador, sin acceso a Internet, una videoconsola, televisión, libros, periódicos y aparatos de gimnasia para que realice actividades físicas. Sin embargo, no puede relacionarse con otros presos por su propia seguridad. Por todo ello, un tribunal de Oslo, presidido por la juez Helen Andenæs Sekulic, consideró en abril del pasado año que su aislamiento es «una prisión dentro de una prisión» y constituye una violación del artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe castigos «inhumanos o degradantes» . Noruega fue condenada a mejorar las condiciones penitenciarias del reo, excepto las relacionadas con la censura de su correspondencia, y a pagar las costas del juicio que ascendieron a 36.000 euros , una sentencia cuya apelación se juzga durante esta semana.
Breivik fue condenado a 21 años de cárcel por cometer el peor ataque en suelo noruego desde la Segunda Guerra Mundial, aunque nadie duda que su estancia en prisión se prolongará indefinidamente si se considera que sigue siendo una amenaza para la sociedad.
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