El porqué del euroescepticismo

La conjunción de la ignorancia de lo que es Europa con lo que es la Historia de España han sido abonos efectivos para el auge de formaciones como Podemos

El porqué del euroescepticismo reuters

ramón pérez-maura

Europa genera, en el mejor de los casos, una indiferencia generalizada entre la ciudadanía. Y ese es el primer paso hacia el firme rechazo hacia sus instituciones y lo que representan. Nos hemos descuidado todos y nuestras sucesivas reformas educativas, en España y en el resto de la Unión Europea, no han incluído en sus programas docentes una materia elemental: una historia de la Unión Europea con la que se hubiese adoctrinado a sucesivas generaciones sobre este gran milagro histórico al que debemos la paz entre nuestros países ; la libertad de viajar sin fronteras que nos dividan; la bajada de los precios gracias a la competencia impuesta por la Comisión Europea; la protección de nuestras libertades, cada vez más sólidas, gracias al Tribunal de Justicia Europeo. Y, sobre todo, ha faltado instruir a aquellos jóvenes para los que la peseta, el franco francés o el marco alemán suena como a mi generación los reales de vellón; enseñarles que este euro en el que muchos europeos no creían hace apenas tres lustros, mantiene su valor como moneda de referencia mundial porque es inmune a la mala gestión y la demagogia nacionalista.

Por desgracia, esta felicidad europea ya solo es apreciada por los mayores. Aquellos que recuerdan que hubo una guerra que trajo una brutal inflación en la posguerra ; para casi todos los demás, Europa es tan evidente que se pueden permitir desconocer sus virtudes. Y de ahí a practicar el desprecio hacia las instituciones que han generado nuestra prosperidad desde el Tratado de Roma de 1957 sólo hay un paso. Un paso que se está dando en muchos países de la Unión.

Fértil para el populismo

En esas circunstancias, el terreno era fértil para el auge de los populismos. La dictadura de los coroneles está muy lejos para los jóvenes griegos . Pero todavía más lo está la Francia del mariscal Petain para los franceses o la Italia de Mussolini para los italianos. Y si Franco cae lejos para la nueva generación de españoles, imagínense la España de Largo Caballero, ese criminal con estatua en el paseo de la Castellana. Al que no le van a aplicar ley alguna de la memoria, porque él no aguanta memoria de ninguna clase.

La conjunción de esa ignorancia de lo que es Europa con lo que es la Historia de España han sido abonos muy efectivos para el auge de formaciones como la de Podemos de Pablo Iglesias , que jalea el descalabro al que ha llevado a Grecia su aliado Syriza mientras espera seguir engañando a su electorado contándole que las colas ante los cajeros en Atenas son culpa de terceros. Es decir, que la responsabilidad es nuestra. Porque otra de las causas del creciente euroescepticismo a lo largo de los años ha sido la de culpar «a Europa» de casi todo, como si no fueran nuestros representantes los que gobiernan la Unión junto con los de otros países. Europa somos todos. El lector de estas líneas y quien las redacta también. Es demasiado burdo pretender jalear el euroescepticismo manteniendo la cantilena de que Europa son unos burócratas parapetados en Bruselas. Pero el populismo siempre se ha alimentado de mensajes muy básicos.

Ese euroescepticismo es fértil en cualquier ámbito ideológico. Casi la única característica común en todos los casos de su éxito es estar encarnado por un partido de nuevo cuño o que nunca haya ejercido el poder. El mejor ejemplo es el de Francia y el Frente Nacional de Marine Le Pen . Ver a una ultraderechista rompiéndose las manos de tanto aplaudir al marxista Alexis Tsipras hubiera parecido inverosímil hace unos años. Y ese Frente Nacional tan euroescéptico debe su vida política al Parlamento Europeo, que es la cámara en la que ha logrado una representación significativa de forma continuada desde la década de 1980. Porque su penuria representativa en la Asamblea Nacional francesa ha sido harto frecuente. En esta hora cuenta con dos diputados sobre 577.

Caso aparte es el de Italia, donde el auge del populismo es más variopinto. Quizá porque es el único país entre los grandes europeos en el que un personaje tan populista como Berlusconi pudo llegar a ejercer el Gobierno . Berlusconi fue desalojado por presiones de las instituciones comunitarias y dio paso a Gobiernos del centro izquierda. Pero hoy esa izquierda tiene enfrente a más de una formación populista. El ejemplo más evidente es el del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo , que en su momento encarnó a la perfección el papel del redentor incomprendido por el sistema, pues no pudo concurrir a las elecciones generales de febrero de 2013 porque estaba inhabilitado para ser candidato por una condena judicial. El mártir del sistema se enfrentó a él y el pueblo lo respaldó. Pero en Italia también recupera empuje el populismo de la Liga Norte, aquel movimiento xenófobo de ultraderecha fundado por Umberto Bossi y ahora dirigido por Matteo Salvini. La Liga se está beneficiando especialmente de la penuria política de Silvio Berlusconi y su Forza Italia.

Democracia y demagogia

Es interesante analizar cómo en el último mes hemos visto tres conceptos centrar el debate político: democracia, demagogia y Europa. Tres conceptos nacidos hace siglos en la Grecia antigua —que muy poco tiene en común con la Grecia contemporánea— y que son los que están pervirtiendo los populistas para generar el creciente euroescepticismo. La democracia ateniense era un concepto que carecía de una traducción unívoca; la demagogia que fue helenística antes de ser moderna. Y Europa, el centro de nuestro debate en esta hora.

Claro que no estaría de menos que alguno de esos partidos euroescépticos tuviera que enfrentarse a la realidad de sacar adelante su país sin el paraguas que representa la Unión Europea. Por alguna razón, Grecia parece hoy a punto de aceptar casi todas las medidas que rechazó hace una semana en el mal llamado referéndum . Porque saben demasiado bien que aunque el euroescepticismo sea un terreno fértil para recolectar votos, no lo es para gobernar. Ahora nos corresponde a todos nosotros contribuir a transmitir la verdad de Europa. Antes de que sea demasiado tarde para todos.

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