Cameron politiza la celebración de los 800 años de la Carta Magna

Aprovecha la ceremonia para insinuar que desmarcará a Gran Bretaña de la Carta Europea de Derechos Humanos

Cameron politiza la celebración de los 800 años de la Carta Magna reuters

luis ventoso

Una colorista y solemne ceremonia, a la que asistieron Isabel II y el Príncipe Guillermo, celebrada este lunes en Runnymede (Surrey), a orillas del Támesis, el 800 aniversario de la firma de la Carta Magna. El documento, rubricado el 15 de junio de 1215 por el rey Juan I ( Juan sin Tierra ), supuso que por primera vez el monarca quedaba sometido a las leyes, por lo que se considera un jalón fundacional de las modernas democracias. De las trece copias que se cree que se hicieron se conservan cuatro, que este año han sido reunidas en una exposición muy valorada en Inglaterra.

Lo que se presentaba como una fiesta solemne para poner en valor un motivo de orgullo nacional acabó mezclado con el tema político del momento, el debate entre partidarios y detractores de Europa al calor de la convocatoria del referéndum sobre la continuidad en la UE. David Cameron aprovechó la ceremonia para criticar, con medias palabras, que el Gobierno de Tony Blair incorporase al Reino Unido en 1998 a la Carta Europea de Derechos Humanos. Su bancada euroescéptica, que está creciendo peligrosamente y ya agrupa a más de cien diputados conservadores, quiere que el Reino Unido se retire de ese acuerdo. El año pasado Cameron se negó, pero ahora parece dispuesto a hacer un guiño a los antieuropeos , manteniendo a Gran Bretaña en la convención europea, pero creando una Carta Británica de Derechos Humanos, que tendría preferencia. Sería un modo de intentar que los jueces del Reino Unido quedasen libres de los dictados del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Algunos conservadores disienten y creen que es un contrasentido que Inglaterra, que fue su país fundacional, sea ahora el que le pone trabas por resabios nacionalistas.

Cameron argumentó así su posición: «Durante siglos de ha dicho que promover los derechos humanos ha aliviado el sufrimiento alrededor del mundo . Pero irónicamente, aquí en Gran Bretaña, el lugar donde surgieron esas ideas, el buen nombre de los derechos humanos ha sido distorsionado y devaluado. En esta generación nos toca restaurar esa reputación. Es nuestro deber salvaguardar ese legado».

La ceremonia contó con una flotilla de barcaza de época remontando el Támesis, encabezadas por la «Gloriana» , pases de aviones con bandas de colores a su cola y música.

Podría ser un oscuro rey medieval más. Pero el mito de Robin Hood, su villanía y el derecho conservan en la memoria a Juan I de Inglaterra (1167-1216). Apodado Juan sin Tierra, es el malvadísimo monarca de las películas del arquero de Sherwood, el pérfido usurpador de la corona de Ricardo Corazón de León, entretenido dando mandobles en la tercera cruzada mientras su hermano exprime como un limón a sus vasallos.

El retrato resulta maniqueo. Ni un hermano era tan malo ni el otro tan beatífico. Pero lo cierto es que para financiar sus guerras en Francia, Juan abusó tanto de sus impuestos feudales que provocó una revuelta nobiliaria. En mayo de 1215, los señores sublevados se hicieron con Londres. El rey Juan se vio forzado a rubricar en Runnymede, en un prado a orillas del Támesis al Oeste de la capital, la Magna Carta Libertatum. Esa Carta Magna, a la que puso su cuño el 15 de junio de 1215, es la semilla pionera de las libertades regladas, la añosa y reservona antecesora de la carta de derechos humanos. Los británicos están honrando sus 800 años por todo lo alto . Una exposición en la British Library de Londres ha reunido las cuatro copias manuscritas que se conservan, dos de las cuales se custodiaban en las catedrales de Lincoln y Salisbury.

La Carta Magna supone un hito en todo el mundo anglosajón. La Constitución de Estados Unidos de 1787 no habría existido sin aquel vetusto papel que unos nobles ingleses del salvaje Medievo impusieron al soberano. Su principal revolución es que establece el principio de que « nadie está por encima de la ley ». Y ahora viene lo bueno: ni siquiera el Rey.

Además sienta el principio del derecho a un juicio justo. La cláusula 39 es un milagro jurídico, sin pensamos que es anterior al cepillo de dientes y que lo que ahí se fija todavía hoy se incumple en algunos países, como la Venezuela de Maduro, sin ir más lejos. «Ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o privado de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos de la fuerza contra él, sino en virtud de sentencia judicial de sus pares y con arreglo a la ley del reino».

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