treinta años de la entrada en la UE
«En Europa preocupan los vínculos de Podemos con Syriza»
Entrevista con el secretario de Estado para la UE, Iñigo Méndez de Vigo
—¿Qué balance se puede hacer de estos treinta años de pertenencia de España a la Unión Europea?
—El beneficio ha sido mutuo. España se incorporó a un proyecto de paz, basado en la integración, y a una comunidad de valores a la que no había podido sumarse por no ser una democracia. Hoy, como dice uno de mis antecesores en el cargo, Alberto Navarro, Europa es como el aire que respiramos. No pensamos en el, pero vivimos con él.
—¿En qué ha cambiado la vida de los españoles?
—Por ejemplo, en lo que respecta al espacio sin fronteras y al uso de una moneda común. Ya se nos ha olvidado cómo eran las cosas antes:las largas colas en las fronteras, el uso del pasaporte, la necesidad de cambiar moneda o el seguro del coche al pasar a otro país, etc. Y, por supuesto, en las consecuencias de la creación de un espacio de libertad, seguridad y justicia. No hay mecanismo más útil para acabar con ETA que la euroorden de busca y captura.
—En este tiempo, ¿qué aportaciones de España a la UE destacaría?
—Primero, introdujimos el concepto de cohesión económica, social y territorial, según el cual, Europa no puede funcionar correctamente y no tiene sentido político si no se equilibran las rentas y sus regiones. Después, la idea de ciudadanía, el que por ser miembros de la UE, junto a los derechos que te reconoce tu Constitución nacional, se puedan ejercer derechos como el de petición, la posibilidad de participar en las elecciones y ser candidato en el país donde residas, o de pedir protección consular a otro país de la UE.
—¿Hubiéramos podido afrontar la crisis sin estar en la UE ni en el euro?
—La situación hubiera sido fatal. La seguridad que da estar en la zona euro es inmensa. Nuestro país está situado en la periferia, con una complejidad legislativa enorme, derivada del Estado de las autonomías. Con esas características, fuera del colchón de la zona euro, España lo hubiera pasado muy mal.
—¿Ha percibido temor o preocupación en alguno de los Gobiernos europeos ante el crecimiento en España de partidos como Podemos?
—Sí, sobre todo, porque en Europa no se entiende bien qué es Podemos. Y, especialmente, cuando se ve la vinculación de Podemos con Syriza, a muchos se les erizan el pelo, porque estamos asistiendo a una situación en Grecia enormemente complicada, por parte de un Gobierno cuyo partido ya estaba en el Parlamento Europeo y que no está acostumbrado a lo que es la base de la democracia en Europa, que es el consenso. La democracia en Europa es consensual, no conflictual. Lo que tienen en común estos movimientos, entre los que está Podemos, es que ellos quieren otra cosa, que no sabemos muy bien qué es, pero se niegan a jugar con los demás.
—¿Y ha visto entre los socios europeos alguna simpatía por las tesis soberanistas de Cataluña?
—Nadie me pregunta desde hace mucho tiempo por la situación en Cataluña. Creo que ha quedado claro que el orden constitucional de un Estado miembro es inviolable y, por lo tanto, cualquier decisión que afecte a una parte de su territorio hay que tomarla dentro de ese Estado. Además, el referéndum escocés dejó claro que si alguien se sale, queda fuera de la UE. Es un tema que ha desaparecido de la agenda política.
