Bachelet relega a varios ministros de su confianza para atajar los escándalos de corrupción
La presidenta chilena se ha desprendido entre otros del responsable de Interior, Rodrigo Peñailillo, hombre de su confianza y principal ministro político desde que volvió al poder
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La salida de todo el equipo político y el cambio del ministro de Hacienda (Finanzas) marcan la radical remodelación que realizó este lunes la presidenta chilena Michelle Bachelet a su gabinete ministerial. El cambio de ministros es un intento de la presidenta socialista por retomar la iniciativa política de su gobierno, golpeado –al igual que la oposición- por casos de corrupción vinculados a la financiación ilegal de campañas políticas.
Bachelet se desprendió de su ministro de Interior, Rodrigo Peñailillo, quien la acompañó en su primer gobierno como su jefe de asesores, preparó la campaña para el segundo mandato, lideró la campaña y hace catorce meses asumió como el principal ministro político. Pero en febrero, cuando se conoció un negocio inmobiliario de la nuera de Bachelet financiado por el mayor millonario de Chile a través de un préstamo solicitado por Natalia Compagnon, quien estuvo acompañada de su marido Sebastián Dávalos Bachelet, la crisis se instaló en el palacio de gobierno y llegó hasta el entorno familiar de la presidenta. El manejo de la crisis quedó a cargo de Peñailillo y su gestión en ese episodio fue mal evaluada.
La situación del ministro del Interior se vio agravada con la revelación de que mientras organizaba la campaña presidencial de Bachelet recibió pagos de unaempresa creada para recolectar fondos, la que a su vez recibía aportes de SQM, una empresa privatizada por la dictadura y cuyo propietario es el ex yerno del fallecido general Augusto Pinochet. Desde que se conoció esta información, el ministro se fue debilitando paulatinamente, hasta este lunes que fue reemplazado por el democristiano Jorge Burgos, que ocupaba el Ministerio de Defensa.
También fueron removidos o trasladados los otros dos ministerios «políticos», el portavoz Álvaro Elizalde reemplazado por el también socialista Marcelo Díaz, y la democristiana Ximena Rincón sustituida por el diputado socialdemócrata Jorge Insunza. Rincón fue trasladada a la jefatura del Ministerio del Trabajo.
La profundidad del cambio que realizó Bachelet quedó de manifiesto con la remoción de su ministro de Hacienda (Finanzas), el socialista Alberto Arenas, quien además fue el articulador del programa de gobierno durante la campaña, quien es reemplazado por el socialdemócrata Rodrigo Valdés. Esta es la primera vez desde la recuperación de la democracia en 1990 que un gobierno reemplaza a su ministro de Finanzas; en todos los anteriores éste duraba el periodo presidencial completo, como una señal a los mercados de la estabilidad y fortaleza de la economía chilena.
Pero junto a la crisis política derivada de los casos de corrupción, los chilenos han expresado en las encuestas de opinión su profunda crisis de confianza con las autoridades e instituciones, lo que se ha visto reflejado en los resultados de los sondeos que dan los más índices de popularidad que haya marcado Bachelet, así como un fuerte rechazo a la gestión gubernamental.
Bachelet conformó su nuevo gabinete con el más riguroso hermetismo, sin consultar a los partidos de su coalición –la Nueva Mayoría-, pero cuidando mantener los equilibrios políticos. Es así como el Partido por la Democracia (socialdemocracia) tiene ahora seis ministros, la Democracia Cristiana ha quedado con seis (uno más que en el gabinete anterior), el Partido Socialista (de la presidenta) tres, el Partido Comunista, dos; y el resto son dos independientes y uno por cada partido más pequeño.
Junto con el cambio de equipo, Bachelet anunció este lunes el envío de varios proyectos de ley y la creación de instancias para regular la relación entre el dinero y la política. Las iniciativas van desde la reinstalación en los planes escolares de los cursos de «educación cívica» –eliminados por la dictadura hace más de 40 años-, establecer normas para el cabildeo (lobby), el fin de los aportes de empresas a las campañas políticas, la reinscripción de los partidos políticos, y la limitación de reelección de autoridades representativas, entre otras.
Bachelet espera ahora, con su nuevo equipo ministerial y el impulso de un paquete de medidas que le permitan frenar la corrupción, retomar las reformas que la llevaron al gobierno.
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