Volver a jugar en República Centroafricana

Los líderes de los grupos armados que combaten en el país africano acuerdan otorgar la libertad a los menores de edad vinculados a sus fuerzas, estimados entre 6.000 y 10.000 niños

EDUARDO S. MOLANO

Cambiar fusiles por juguetes. Los líderes de los grupos armados que combaten en la República Centroafricana han acordado otorgar la libertad a los menores de edad vinculados a sus fuerzas, así como poner fin de inmediato a cualquier futuro reclutamiento de niños.

En marzo de 2013, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka, quien se había alzado en armas tres meses antes, provocaba la salida del país del presidente François Bozizé  y abría un conflicto político en el país africano. Entonces, el movimiento Seleka -un paraguas rebelde formado por facciones disidentes de la Unión de Fuerzas Democráticas para la Integración (UFDR), la Convención de Patriotas para la Justicia y la Paz (CPJP) y el Frente Democrático de los Pueblos de África Central (FDPC)- contaba con una base operativa cercana a los 3.000 miembros.

Sin embargo, huidos los soldados de fortuna que componían sus fuerzas (mercenarios originarios de Chad y Sudán, quienes aterrizaron en el conflicto bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que dispone el país), son ahora las milicias anti-balaka (patrullas urbanas que se han tomado la justicia por su mano), quienes claman venganza contra todo lo que es musulmán.

Se estima que desde el inicio del conflicto actual, hace más de dos años, cerca de  un millón de personas han sido desplazadas  por la violencia. Es decir uno de cada cinco habitantes de República Centroafricana. Pero hay otros números también a tener en cuenta:

Por ejemplo, entre 6.000 y 10.000 niños se encuentran asociados con las facciones armadas del país. La cifra incluye a aquellos que sirven como combatientes y se utilizan con fines sexuales, así como los jóvenes que desempeñan roles logísticos. De igual modo, a día de hoy, 620.000 personas no tienen acceso a  medicamentos básicos. Todo ello, en una de las crisis más olvidadas.

Por ello, el acuerdo para liberar a los niños soldado, que fue facilitado, entre otros, gracias al Fondo para la Infancia  de las Naciones Unidas (Unicef) , supone un serio espaldarazo al objetivo de restaurar la paz en el país africano.

De Nigeria a Somalia

Según denunciaba recientemente Amnistía Internacional , en la actualidad existen alrededor de 51 grupos armados documentados por Naciones Unidas (en 18 países distintos) que reclutan a menores de edad. Como Boko Haram, en Nigeria; Seleka y anti-balaka en República Centroafricana; Al Shabab en Somalia; el Estado Islámico del Iraq y Sham (ISIS)  o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).

Precisamente, a finales de enero, Al Urwa al Wuthaqa, una organización ligada a los islamistas nigerianos de Boko Haram, publicaba dos imágenes de un presunto centro de entrenamiento de menores de edad utilizado por los radicales. En ellas, se observa a al menos una decena de niños realizando prácticas de tiro. No obstante, el uso de menores de edad es relativamente novedoso en las filas de Boko Haram. Aunque comienza a abrirse paso con rapidez.

Ya  a comienzos de año, la milicia nigeriana llevaba a cabo dos atentados suicidas sirviéndose de tres jóvenes diferentes.

En el primero de ello, el pasado día 10 de enero, al menos una veintena de personas perdían la vida en un ataque en la ciudad de Maiduguri, capital del estado de Borno. La autora de la acción armada, que contaba con varias bombas adheridas a su cuerpo,  era una niña de apenas diez años de edad. Al día siguiente, otras cinco personas fallecían en un mercado de Potiskum, en el norte de Nigeria, después de que terroristas colocaran chalecos explosivos a dos niñas de unos diez años (algunas fuentes elevan a 15 sus edades).

El primer caso de mujeres suicida, en esta ocasión, de mediana edad, por parte del grupo radical  se remonta al pasado 8 de junio. Entonces, un soldado perdía la vida en un control militar después de que la terrorista se inmolara en la ciudad de Gombe. Solo un mes después, en julio, cuatro niñas realizaban otros tantos atentados simultáneos en diferentes puntos de la localidad de Kano, una de las más importantes del país, dejando seis muertes. De forma paralela, el Gobierno de Abuya reconocía entonces que tres adolescentes  -de edades comprendidas entre los 10 y 18 años-  habían sido detenidas en el estado de Katsina con explosivos en su cuerpo.

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