El Partido Socialista francés amenaza con expulsar a quien rompa la unidad
Varios diputados socialistas votarán en contra del proyecto de ley para liberalizar la economía
Francia ha quedado políticamente bloqueada. El presidente Hollande debe recurrir a un método autoritario para imponer su proyecto de «ley liberalizadora» a una mayoría parlamentaria disidente (socialista) que rechaza sus reformas , aunque esta misma izquierda no desea suicidarse votando la moción de censura presentada por el centro–derecha, apoyada por izquierdistas, ecologistas y extrema derecha. Hollande pidió hace meses a su ministro de Economía, Emmanuel Macron, la redacción de un proyecto de ley que debe «liberalizar» de manera muy cosmética la economía nacional, ultrarreglamentada hasta ahora.
Conocido como proyecto de ley Macron, diputados socialistas anunciaron que no votarían este texto, denunciando un retroceso social por muchos históricos del PS. Ante el riesgo de encontrarse en minoría parlamentaria, Hollande pidió a su primer ministro, Manuel Valls, que recurriese al artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar un proyecto de ley sin ninguna discusión parlamentaria.
Ante tal recurso autoritario, utilizado en 84 ocasiones por Giscard, Mitterrand, Chirac y Sarkozy desde hace poco menos de medio siglo, la oposición de centro-derecha presentó una moción de censura que debe votarse este jueves. Bruno Le Roux, presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, describe de este modo la fronda socialista: «Por vez primera, un grupo de diputados socialistas ha decidido apoyar a la derecha para combatir al gobierno. Es un comportamiento muy grave. Esos diputados han dado un salto peligroso».
La moción de censura presentada por la UMP (Unión por un Movimiento Popular, el partido de Nicolas Sarkozy) condena al grupo socialista al suicidio o la esquizofrenia política: si los diputados de izquierda socialista votan la moción con el centro derecha, Hollande se vería obligado a disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas anticipadas. Nadie cree en esa hipótesis de suicidio político colectivo.
Todo parece sugerir, por el contrario, que la moción de censura será votada por la UMP y por algunos diputados ecologistas, comunistas, de extrema izquierda y de extrema derecha. Previsiblemente, el grupo socialista contará con algunos apoyos radicales y centristas, para conseguir la mayoría.
Esa victoria pírrica anunciada solo será el principio de una nueva crisis de fondo. Stéphane Le Foll, portavoz del gobierno y amigo íntimo de Hollande, anuncia posibles medidas «disciplinarias» contra los diputados que no respeten la solidaridad gubernamental. Le Foll amenaza con la expulsión de los críticos: «Quienes voten la moción de censura no tienen cabida en nuestro partido».
Consecuencias europeas
La división socialista tiene una dimensión nacional y otra europea. En la escena política nacional, el PS ha perdido todas las elecciones europeas, locales y municipales desde que Hollande llegó al poder. Todos los sondeos anuncian una nueva catástrofe en las elecciones departamentales del 22 y el 29 de marzo próximo. Seguirán, el otoño que viene, unas elecciones regionales también previsiblemente desastrosas. En la escena europea, la crisis y el bloqueo gubernamental francés tienen un coste muy severo para toda la zona euro. Francia no cumple ni cumplirá este año las promesas siempre aplazadas del Pacto Fiscal Europeo. El crecimiento económico no llegará al 1 % este año, muy por debajo de las previsiones alemanas y españolas.
Berlín, la Comisión Europea y el Tribunal de Cuentas piden que la pareja Hollande / Valls acelere unas reformas siempre empantanadas.
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