Cómo moverse en Kenia y no morir en el intento

Más de 8.500 muertes en carretera: ocho veces más que en España. El ayuntamiento de Nairobi expone uno de los tantos vehículos siniestrados en una suerte de rotonda para advertir al conductor

Cómo moverse en Kenia y no morir en el intento a. alamillos

f. j. calero

Veintidós personas apretujadas en un minibús con capacidad para catorce . El conductor frena de golpe, los ocupantes botan en los asientos. El ayudante, con un fajo de billetes en la mano, ha visto a alguien con el brazo levantado en la calle y ha ordenado parar el vehículo golpeando en las ventanas. Abre la puerta de la furgoneta. «Échense a un lado, aquí cabe uno más», grita al resto entre la música local a todo volumen. El matatu , lleno hasta rebosar, arranca de nuevo. Y así reanuda el increíble viaje de los transportes en Kenia, África.

El matatu no es solo un minibús, sino que en cierta manera representa una forma de vida para miles de kenianos. Personalizados con colores llamativos, pósters y lemas, el viajero siente que se mueve en chatarras motorizadas de cultura callejera. Los bautizan. Por las calles de Nairobi circula el « Vladimir Putin » (presidente de Rusia) o el « Mesut Ozil » (exjugador del Real Madrid, actualmente en la Liga Inglesa, muy seguida en el continente). También los decoran para homenajear a una figura importante de la música, deporte o política, como Nelson Mandela, muy presente en los matatus de la ciudad.

Pero la leyenda negra sobre el peligro del matatu y del transporte en general Kenia golpea el rostro del mzungu (occidental) nada más pisar las calles de Nairobi o al ver las carreteras -la mayoría sin asfaltar- que conectan las principales ciudades del país. El caos vertiginoso de las calles de esta potencia de África del Este se plasma en las 8.500 muertes en carretera en 2012 (ocho veces más que en España), según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para frenar esta sangría y concienciar a los conductores, el ayuntamiento de Nairobi expone uno de los tantos vehículos siniestrados en una suerte de rotonda y lo acompaña con un letrero de advertencia. Pero paradójicamente amenaza más con el valor del posible castigo que con el de la muerte por no excederse en la velocidad.

«Llevar el casco te protege de multas y cárcel», reza uno de los carteles. Este advierte a los propietarios y clientes de los « boda-boda », mototaxis que sortean los interminables atascos del corazón de Nairobi. Aunque ilegal, pueden subirse hasta tres en una motocicleta, con la que esquivan los coches, autobuses y taxis en hora punta.

A la caza del mzungu

En la costa, especialmente en Mombasa, la segunda ciudad del país, circulan a sus anchas los vehículos triciclos motorizados, 'tuk-tuks'. Casi inexistentes en Nairobi, son perfectos para la tranquilidad de esta localidad costera, más amable para el turista y alejada del desorden apabullante de la capital keniana.

Pero para viajar entre ciudades, el matatu vuelve a ganar protagonismo. Es el rey de la carretera. En Naivasha, a unos ochenta kilómetros al norte de Nairobi, en la plaza del mercado, pero de matatus, la caza del mzungu bulle con intensidad, incluso se convierte en una fuerza intimidatoria para este, que viene de ver hipopótamos, ascender el volcán de Longonot -a casi 3.000 metros de altitud- o de ver cebras y ñúes en el parque nacional de Hell's Gate.

« ¡Nairobi, por aquí! ¡Ven a Nakuru! ». Los responsables de llamar la atención del turista y llenar así su matatu intentan atraer a los viajeros, robándoselos a la competencia, como en un mercado de artesanías cualquiera. Las «mafias» controladoras del transporte pelean por prevalecer. Sin garantías de saber exactamente dónde se dirige, el viajero se sube a una de las furgonetas en las que en muchas no aparece ni un solo letrero indicador del destino de su viaje. Luego, dentro, quien se sienta al borde de la puerta y decide cuando parar pide el dinero a los ocupantes. Este intenta aprovecharse del ingenuo con un « mzungu prize », es decir, cobrándole varias veces más que a un cliente local.

Sea como fuere, moverse en Kenia es una aventura: la mejor manera de empaparse de su cultura en una Nissan de segunda mano con overbooking.

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