Draghi cierra la vía de financiación a los bancos griegos como medida de presión

El Banco Central Europeo deja de aceptar los bonos griegos como garantía de liquidez

Draghi cierra la vía de financiación a los bancos griegos como medida de presión afp

enrique serbeto

El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido dejar de aceptar como garantía la deuda de Grecia en sus operaciones de liquidez, al considerar que en estos momentos no es posible asumir que la evaluación del plan de rescate del país heleno vaya a finalizar con éxito, según anunció ayer la institución. De este modo, el organismo que preside Mario Draghi manda un mensaje de fuerza al nuevo Gobierno heleno tras sus últimas declaraciones y presiones a los dirigentes comunitarios y a la troika, ya que aboca a los bancos griegos a financiarse a través de la línea de liquidez de emergencia facilitada por el Banco Central de Grecia .

La entidad monetaria europea indicó en un comunicado que «ha suspendido la renuncia de requerimientos mínimos de calificación de crédito para instrumentos negociables emitidos o garantizados por la República Helénica, que son usados como garantía en las operaciones.

Línea de emergencia

«El Consejo de Gobierno del BCE ha decidido levantar la suspensión que afectaba a los instrumentos emitidos o garantizados por Grecia que les permitía ser utilizados en las operaciones de política monetaria a pesar de no cumplir con los requisitos mínimos de rating», explicó el banco central en un comunicado.

El BCE justificó esta decisión por el hecho de que actualmente «no es posible asumir una conclusión exitosa de la evaluación del programa (de rescate)». De este modo, aquellas entidades que carezcan del colateral suficiente según los criterios del BCE podrán atender sus necesidades de liquidez a través de la línea de asistencia de emergencia (ELA) a través del respectivo banco central nacional y en el marco de la regulación del Eurosistema.

La decisión del BCE, que recuerda a la adoptada por la institución en febrero de 2012, condena a los bancos griegos a depender de la liquidez de emergencia facilitada por el Banco de Grecia. Esta línea de asistencia tiene un coste para las entidades sensiblemente superior al de los fondos proporcionados directamente por el BCE y debe ser sometida periódicamente a la autorización del resto de miembros del Consejo de Gobierno del BCE.

Mientras, el flamante primer ministro griego Alexis Tsipras sigue recorriendo países e instituciones europeas tratando de hacer valer sus intenciones de renegociar la deuda de su país, desde el Banco Central Europeo (BCE), pero como se ha visto el BCE no está muy por la labor. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, no quiso revelar el contenido de sus conversaciones de ayer con Tsipras ni con con el nuevo ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis . Sin embargo, de ambas reuniones se deduce que las negociaciones de verdad ya han empezado y que, como dijo el portavoz de Juncker, «no van a hacerse a través de los periódicos». Pero al mismo tiempo de las palabras y filtraciones realizadas se desprende que no habrá ni una quita de la deuda ni un malabar de ingeniería financiera como propone el gobierno de Syriza para librarse de esa carga.

El frenético baile de capitales que llevan a cabo Tsipras y Varufakis cuando el gobierno aún no se ha sometido a la sesión de investidura ha empezado a ser percibido con cierta contrariedad en medios europeos, porque se ha percibido como un intento de dividir a los países miembros, apoyándose en Francia e Italia.

En Bruselas el primer ministro griego se reunió ayer con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, con el del Consejo, Donald Tusk, y el del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Según ha anunciado desde Atenas el gobierno griego, está dispuesto a pactar un nuevo programa de cuatro años en el que él se comprometería a llevar a cabo un plan «radical» de lucha contra la corrupción y el fraude fiscal, a cambio de que le alivien el peso de la deuda. En París insistió en que Grecia necesita «un nuevo acuerdo para volver al crecimiento» en el que Francia «debe tener un papel preponderante, protagonista para este cambio de política». Hollande, que desde su llegada al poder ha estado tratando de suavizar las reglas de control presupuestario, dijo que es partidario de «una solución de largo plazo sobre Grecia en Europa» que incluya el respeto del voto de los griegos, «que ha sido claro, fuerte y ha querido significar que la austeridad como única perspectiva ya no es soportable, pero manteniendo el respeto a las reglas europeas, que se impone a todos y el respeto a los acuerdos, en particular sobre la deuda».

Desde el banco emisor, que es el que tiene la llave para evitar el colapso del sistema financiero griego, el mensaje que se llevó Varufakis es que Grecia debe llegar a un acuerdo cuanto antes con el Eurogrupo (los países de la zona euro) y olvidarse de ideas preconcebidas o de las promesas maximalistas hechas en la campaña electoral. «El presidente aclaró el mandato institucional del BCE y urgió al nuevo gobierno griego a comprometerse constructiva y rápidamente con el Eurogrupo para asegurar la estabilidad financiera constante», según el resumen de la reunión que hicieron los portavoces del BCE.

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