«Menos mal que mi hija no entró en Siria, la hubiésemos perdido»

La joven ceutí detenida en Turquía viene de un entorno de yihadistas y familia con problemas

«Menos mal que mi hija no entró en Siria, la hubiésemos perdido» luis de vega

luis de vega

«No nos dijo a nadie que se iba. Ni a mí ni a sus hermanas». Habla para ABC la madre de Rhimou Bghil Abdesalam , una joven española de 18 años detenida en el momento de ir a cruzar desde Turquía a Siria tras haber sido captada por una red de yihadistas. Sus hermanas se muestran satisfechas de que la joven no haya dado el paso último. «Menos mal que no le dio tiempo de entrar, porque la hubiésemos perdido», añade la madre al reportero a las puertas de su casa. La familia vive en uno de los estrechos callejones del barrio ceutí del Príncipe Alfonso, conocido popularmente como El Príncipe, claro ejemplo de la fractura social, cultural y religiosa que vive la ciudad.

Fue la chica la que se arrepintió en el último momento y avisó a las autoridades. La operación, coordinada con las Fuerzas de Seguridad españolas y turcas, permitió no solo interceptar a Rhimou sino, al menos, a otros seis marroquíes que la acompañaban y que también se iban a hacer la yihad a Siria, aseguran fuentes del Gobierno. Rhimou, conocida como Rahma en su perfil de las redes sociales, salió a primeros de año desde su casa de Ceuta y llegó hasta Casablanca (Marruecos), desde donde viajó en avión a Turquía. «Ella no es de internet ni nada de eso», señala la madre.

Caldo de cultivo de yihadistas

El entorno familiar de Rhimou Bghil Abdesalam es problemático, reconocen a ABC fuentes próximas a la investigación del caso. La joven detenida se ha criado y compartido casa con Mohamed Abdesalam Mohamed, conocido como «el Pizza», muerto mientras combatía en ese país. Es también prima de Yamal Hamed, que fue dirigente de la mezquita ceutí de Ibn Rochd, desde donde lanzaba soflamas salafistas. La joven tiene, además, un hermano algo mayor que ella en prisión.

La familia encaja en el perfil de muchas de las que habitan en este conflictivo barrio de la ciudad autónoma. «Esto es un caldo de cultivo no solo para la delincuencia sino también para el yihadismo», reconoce abiertamente Kamal Mohamed Mohamed, de 37 años, y presidente de la Asociación de Vecinos del Príncipe.

Las Fuerzas de Seguridad españolas dicen ser las que más yihadistas están deteniendo en Europa en un momento en el que el grupo terrorista más potente del mundo, el Estado Islámico (EI), está pidiendo a sus seguidores que no solo viajen al califato instaurado en Siria e Irak sino que también traten de atentar en sus países de origen. La Policía reconoce que la amenaza es seria y es complicado lidiar con ella. «Llevamos a cabo redadas y operaciones pero ¿quién evita un atentado?», señala a ABC un alto mando policial. «Es muy complicado meterse en la mente del malo» que «tiene fácil cometer un atentado a pesar de las medidas preventivas y disuasorias».

En España hay aproximadamente 1,5 millones de musulmanes y las «zonas de riesgo», añaden, coinciden con la de mayor concentración de estos: Cataluña y el litoral valenciano, Madrid, Andalucía y las ciudades de Ceuta y Melilla. En estas últimas las fronteras suponen para las autoridades españolas un problema importante, como reconocen varias fuentes. Cada día unas 30.000 personas acceden desde Marruecos a Ceuta, ya que los habitantes de la vecina provincia de Tetuán pueden acceder a la ciudad española sin necesidad de visado. De esos 30.000, dos tercios aproximadamente son porteadores que llevan mercancía del lado español para vender en el marroquí. Los demás, en su inmensa mayoría, trabajan de pintores, albañiles, mujeres de la limpieza o simplemente se buscan la vida con otros pequeños trabajos.

«Narco» e islamismo

Pero también los hay que aprovechan esta situación para el tráfico de drogas, la delincuencia organizada o el yihadismo. Varias fuentes policiales, del Gobierno y de la comunidad musulmana de la ciudad no esconden que narcotráfico e islamismo van de la mano con frecuencia en la ciudad y que, a menudo, es la puerta de acceso al yihadismo y el terrorismo. «Aquí, tarde o temprano, va a haber un taponazo», dice un agente del Cuerpo Nacional de Policía de la ciudad refiriéndose a la posibilidad de un atentado. «Ceuta está vendida con esa frontera».

Y todo ello pese a que un alto mando de la lucha antiterrorista de la Policía reconoce a ABC que no se ha vivido nunca un momento como este de tan buena colaboración con Marruecos, un país del que han salido más de un millar de yihadistas al frente sirio e iraquí. Su regreso, como se ha visto estos días en Bélgica, es visto como una seria amenaza.

Adoctrinamiento sin control

España ha elevado a nivel 3 el grado de alerta terrorista y en Ceuta eso supone un mayor despliegue de seguridad en la frontera, el puerto, el helipuerto y las infraestructuras energéticas y petrolíferas. También se ha dotado de una mayor vigilancia a la sinagoga. Las autoridades controlan en gran medida los sermones de las mezquitas principales, pero reconocen que en Ceuta las hay no oficiales (las llamadas mezquitas garaje), escuelas coránicas y centros islámicos donde se lleva a cabo «un adoctrinamiento espectacular» que tienen fuera de control. «Cada día acuden a esos lugares entre 4.000 y 5.000 personas», reconocen.

De los aproximadamente setenta españoles que se han alistado en los últimos meses a la yihad en el frente sirio e iraquí, 18 han salido de Ceuta. Siete de ellos están muertos, todos hombres. Al principio se trataba casi exclusivamente de hombres, pero en los últimos meses son varias las mujeres que lo han hecho. Que las autoridades conozcan han sido cinco incluyendo a Rhimou. Todos los hombres contaban con antecedentes. El perfil de las chicas es algo más complicado y, reconocen, difícil de prever.

Va desde una antigua profesora a Asia Ahmed Mohamed, hermana de Younes Ahmed Mohamed, alias «el Esponja», un ceutí muerto en el frente, y a su vez esposa del marroquí conocido como Kokito Castillejos, un sanguinario terrorista del Estado Islámico que se ha hecho fotografiar con las cabezas de los militares sirios a los que decapita. Asia se casó con él por poderes y como dote pidió un cinturón de explosivos, según las autoridades españolas.

El más mortífero

Pero es Rachid Hossain Mohamed, conocido como Ouahbi, el español que hasta el momento mayores estragos ha causado en Siria. El que era titular de la licencia número 44 de los taxis de Ceuta se inmoló el 1 de junio de 2012 junto a otro terrorista al hacer saltar por los aires un camión cargado de explosivos en un cuartel militar sirio matando a 130 personas. El vídeo de la acción, grabado con varias cámaras desde diferentes puntos por el aparato propagandístico de los yihadistas, dio la vuelta al mundo. Ouahbi sonríe al objetivo y habla ufano antes de cometer el atentado.

«Fíjate, de taxista a yihadista», dice medio en serio medio en broma un colega que recuerda que «rezaba mucho y había tenido líos con robos de coches» pero «no notábamos que estuviera metido en esos rollos». «Flipamos en colores cuando vimos el vídeo». No es para menos.

Ouahbi se había radicalizado en la conocida como mezquita de Las Caracolas, asomada sobre el Mediterráneo en el Príncipe, «El chocolate ha construido muchas mezquitas en Ceuta, las Caracolas es una de ellas», afirma un agenete de Policía refiriéndose a los «narcos» del hachís. «Los traficantes siempre han colaborado. Es su forma de purificarse. Pero ahora ya no hay tanto dinero y no se levanta una mezquita cada seis meses como antes».

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