La mayoría de los griegos no deseaba elecciones adelantadas y quiere seguir en el euro
Los sondeos indican que el 56 por ciento no quería comicios en enero, forzados por el partido radical Syriza
Tras el anuncio de elecciones anticipadas en Grecia, la máquina electoral se ha puesto en marcha en un clima de máxima crispación ante la posibilidad una victoria de la izquierda radical. La derecha del primer ministro, Samarás, subraya que un triunfo de Syriza puede significar la salida de Grecia del euro, y el partido populista se moviliza, por su parte, contra lo que ha calificado de la «campaña del miedo» lanzada por sus rivales.
Las elecciones tendrán lugar el 25 de enero, a pesar de que según los últimos sondeos el 56 por ciento de los griegos no querían comicios anticipados. Los comicios fueron provocados por el veto de Syriza durante el proceso interno de elección de presidente de la república —con poderes limitados— por parte del Parlamento griego.
Tal y como dijo Samarás al terminar esa votación, «el pueblo va a conocer toda la verdad sobre lo fácil que es volver a crear una crisis dramática, y a dónde llevan las irresponsabilidades de la oposición». Los radicales de Syriza han presionado al resto de los partidos opuestos al programa de reformas y ajustes impuesto por la «troika» (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) para tumbar al actual gobierno de coalición de conservadores y socialistas con la convocatoria de elecciones anticipadas.
Alexis Tsípras,el lider radical y jefe de la oposición declaró nada mas terminar la votación que «la elección está en las manos del pueblo griego. Elegirá el camino de los programas de reformas y ajustes o el de la salvación social». Lo dijo bien alto, mientras que desde Bruselas y Berlin se avisaba claramente que lo que está en juego en estas elecciones anticipadas es el rumbo europeo del país y el que los acuerdos ya firmados y las reformas no se pueden negociar.
Por si no bastaban estos avisos,la Bolsa ateniense registró un bajón importante y los mercados reaccionaron de forma negativa ante el comienzo de una nueva fase de incertidumbre sobre Grecia y su permanencia en la Eurozona. El país tiene sus necesidades financieras cubiertas solo hasta finales de febrero.
Terreno minado
El dilema está servido. El primer ministro Andonis Samarás, con un aspecto cansado, recordó después de la votación que «lo que no ha hecho el parlamento ya es hora de que lo haga el pueblo: desterrar a la incertidumbre y restablecer la estabilidad para el país, para seguir con las reformas y dejar los memorandos de forma definitiva». Mientras tanto un Tsípras eufórico atacaba una vez mas al primer ministro,diciendo que «representa ya el pasado» y que «es el último que puede hablar de consenso». Dejó bien claro que «el gobierno de Syriza y sus aliados garantizará sin ningún apartado ni asterisco los depósitos de los ciudadanos en los bancos griegos, en colaboración con el Banco Central Europeo y los socios europeos. Punto y final a los cuentos de miedo». Tsípras se refería al rumor de que si gobierna y no consigue financiación suficiente, echaría mano de los ahorros de los griegos.
Al dirigente radical no le conviene olvidar que los griegos quieren seguir en la Unión Europea y en la eurozona, algo que ya demostraron en el 2012, el peor año hasta ahora de este siglo para el país. Nada menos que el 80,9% se mostró partidario del euro. Pero el líder radical ha dejado claro que pedirá responsabilidades sobre cómo se llegó hasta a la actual situación de crisis, y apunta de modo especial al ex primer ministro Yorgod Papandreu, su ministro de Finanzas Yorgos Papaconstantinu y su sucesor Yanis Sturnáras.
Poco margen de maniobra
Aunque las encuestas dan por segura hasta ahora una victoria radical, (el primer partido según la ley electoral griega obtiene una «prima» de 50 diputados) es muy posible que Syriza no consiga la mayoría absoluta (151 escaños de 300).Los últimos sondeos muestran que ese partido tiene un 28% de intención de voto y a los conservadores con un 25%, con un 15% de indecisos. Para obtener los 151 votos de la mayoría absoluta, el primer partido necesitaría mas del 39%, algo que parece muy difícil aunque Tsípras insiste en que se conseguirá.
Para ello Syriza tendría que buscar una coalición con partidos contrarios al actual programa de reformas. Según los analistas, la opción más viable sería la nueva formación de centro-izquierda To Potami, que ha dicho que solo apoyará a formaciones proeuropeas.
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